index . . viejo index . . DIPSyOH . . Codigo . . LRurbana . . LRnavegable . . LRrural . . 7 Fiscalia de Estado . . 8 Dir Geodesia . . 9 Autoridad del Agua . . 10 MIVSPBA . . 11 Gobernador . . 12 notas de aprecio . . 13 balance jornadas . . 14 Merbilhaa . . 15 Glosario Dr. Cano . . 16 Regimen dominial . . 17 Proced. Cano . . 18 CA 10662 Sol de Matheu . . 19 traslado Fiscalia . . 20 respetos legales . . 21 escenario anegamientos . . 22 APC Mateo . . 23 audio Asamblea APC . . 24 calle Oliden . . 25 Cartas Doc MIVSPBA . . 26 Amparo Sol de Matheu . . 27 Apelacion . . 28 Fallo . . 29 CD AdA . . 30 CD Pilar . . 31 DIA Ayres . . 32 . 33 . 34 . 35 . 36 . CDoc Valdi . . 37 aclaratoria . . 38 . 39 . queja en SCJN . . 40 . 41 carta Doc Alvarez Rodr . . 42 Arts. 2340 y 2577 del C.C . . 43 Art 18 Ley 12257 . . 44 impugn Art 18 Ley 12.257 . . 45 impugn art 18 Dec 3.511 . . 46 impugn Art 18 Res 705 . . 47 nutrientes jurisprud . . 48 1 amplia declaratoria . . 49 anteced dominial . . 50 2 amplia declaratoria . . 51 . 52 . responde al AGG . . 53 Hidrologia . . 54 problemas riberenos . . 55 acaso . . 56 propuesta . . 57 admision B67491 . . 58 B67491(a) . . 59 B67491(b) . . 60 B67491 (d) . . 61 parentescos . . 62 plan maestro . . 63 nucleo urbano . . 64 . art59 . . 65 . 66 . 67 . hidrolinea . . 68 . Ley particular . . 69 Politica del agua . . 70 . observaciones . . linea de ribera . 71 . 72 . 73 . 74 . 75 . 76 . invitación . . Archivo Histórico de Geodesia . ahg index . Pilar . Gral. Sarmiento . Exaltación de la Cruz . Las Conchas . San Fernando . San Isidro . 1ª sección de islas del delta . 2ª sección . 3ª sección

 

Plan maestro y código de aguas; desde la soñada Meca a la seca.

Este hipertexto, que poco pareciera tener que ver con mis miradas al estuario, encierra el origen de la preparación de muchos de mis esfuerzos; pues luchando doce años contra estos "maestros" de imperiales planes, códigos y aislamientos en bunkers que ellos sienten como sus torres de marfil, llegué a estos puertos.

A sus encierros debo la generación de 18.000 estímulos a comunicación que primero fueron compilados en los 23 tomos de Los expedientes del Valle de Santiago y hoy en 11 páginas web van renovando expresión.

La AdA, emitiendo resoluciones de carácter "precario y revocable" y construyendo su tarea sobre un imperio de más de 2000 personas, aún no cuenta con una sola línea de tarea subida a la web después de 10 años de venir sosteniendo tener su página en preparación;

al tiempo que José Scioli, secretario general de la Gobernación festeja en el diario La Nación los promisorios avances del gobierno electrónico.

 

Un plan maestro de 3 millones de dólares para el 3% de las tierras más ricas del planeta, de los mismos que urdieron el código de aguas estableciendo en su art 18 recurrencias de 5 años para fundar en áreas endorreicas la línea de ribera de creciente media ordinaria que hubiera concluído en 2.500.000 Has. pasando al dominio público.

Diez años demoraron con este código para reglamentarlo, reconociendo algunos de sus errores y borrando toda huella de hidrología en sus enunciados primarios. Volvemos al pasado después de 30 años de inútil aberrante gestión.

Al mismo tiempo de no perder la costumbre de seguir soñando con hacer obras contra Natura donde con toda sencillez cabe aplicar criterios de ordenamiento territorial para prevenir y para remediar; al mismo tiempo pretenden "sanear" todo, autorizando con carácter "precario y revocable" cualquier cosa, para así terminar "bastardeando" todo.

Si la palabra "sanear" tuviera soportes hidrológicos concretos, superadores de atrasos en estudios elementales, siempre prometidos en sueños, pero jamás realizados con mínima seriedad; ya tendríamos las cartas de riesgo sobre la mesa y un panorama de comités de cuenca aplicados con concreta labor de hidrología a dar valor a su gestión.

Habiendo querido ir mucho más allá de sus responsabilidades concretas concluyen sin realizar ninguna de sus responsabilidades concretas.

¡Qué sentido tiene prometer ocuparse de determinar líneas de ribera de creciente máxima, si nunca fueron capaces de estimular a los municipios o a estos mismos comités de cuenca para llevar siquiera registro de los testimonios vecinales que dieran cuenta de los grandes eventos, con lo cual la mitad de la tarea pendiente ya estaría preparada para ajustar las variables de cualquier modelación!

No han hecho otra cosa que soñar con obranzas cuando la pobreza sólo ameritaba tener en claro qué era lo que ellos lograrían administrar con responsabilidad; y qué lo que Natura con naturales prevenciones fundadas por legislación en sus riberas necesitaba se respetara.

Que no eran restricciones y cesiones para planteos ingenieriles de obranzas hidráulicas con vergonzosas autorizaciones de carácter "precario y revocable", sino para preservar paisajes naturales y dar respiro a Natura para sus reconocidas expansiones

Que no son para fiesta de mercaderes ni para sueños de ingenieros que pugnan por hacer milagros en un minúsculo territorio como Hong Kong

Estos son los mismos que nunca entendieron las advertencias del Prof Dr Gregori Koff a cargo del Laboratorio de Desastres Geológicos de la Academia de Ciencias de Moscú, ni con respecto al crimen de pretender escurrir áreas endorreicas, ni con respecto a las barbaridades provocadas por las salidas de los canales que vuelcan su löss fluvial en Samborombón.

Hoy, habiendo dejado sus funciones el propulsor del plan maestro que prometía llevar agua dulce a las merluzas y llegados al prolongado ciclo de secas que nos espera, siguen dragando el Salado con dinero de la Nación, olvidando la parva de desastres que esperan con años de demoras, ser diagnosticados en su federal gravedad, urgencia y dimensión.

Así, al tiempo que el gobernador Scioli nos muestra sus riberas ganadas por la sequía recordamos los inusuales avances deltarios centrales desviando hacia el Norte los flujos del Guazú; las amenazas al corredor de flujos del Barca Grande; la salida tapada del Miní por una embarcación que en 40 años nadie registró; la salida tapada del Luján por bastardeos en las líneas de ribera; la muerte del corredor de flujos costaneros urbanos; la renunciante salida del Aliviador al Luján; la renunciante salida del Riachuelo al estuario; la ignorancia de sus diagnósticos; las propuestas de saneamiento sin recuperación de flujos; las vanas ilusiones de sustentabilidad; los vuelcos de dragados al Sur del Km 26 en áreas donde ahora prometen trasladar 4.200.000 m3 diarios de vertidos por emisarios; las tomas de agua de Palermo y Berasategui supercomprometidas con la hipersincronicidad mareal de los flujos de la deriva litoral y las pestes que les acercan sin que ningún modelador matemático alerte de ellas; las salidas de las escurrentías urbanas al estuario intermediadas por reservorios sin estimaciones de sustentabilidad; sin criterios de sus compromisos ambientales, sin criterios de sus paupérrimos niveles y sin criterios de convecciones naturales internas para sumarse a la deriva litoral.

El ordenamiento territorial en el olvido: desde los valles y planicies de inundación de Pilar, Escobar y Tigre; hasta los bajos costaneros de Avellaneda y Quilmes que quedaron a espaldas de las montañas de basura del CEAMSE. Las acreencias costaneras urbanas amenazando con liquidar lo que resta de los exhaustos flujos costaneros urbanos.

Todo este caos hídrico e hidráulico durmiendo en millones de conciencias la siesta del envenenamiento de sus Vidas. Los hidrólogos amenazados en sus presupuestos en función de dónde metan las narices con sus investigaciones y en función de ajustar su Libertad y Responsabilidad comunicacional. Los discretos consultores privados siguen al servicio de sus valiosos clientes.

Estas son los resultados de no ajustar los límites responsables y posibles de tareas y las perspectivas de los abandonos en más de tres décadas amasadas por un Plan Maestro, una AdA y un código de aguas paupérrimos, aunque de pretensiones imperiales.

Ver interminables extensiones tras 12 años de denunciar estos temas en http://www.valledesantiago.com.ar y http://www.lineaderiberaurbana.com.ar

Francisco Javier de Amorrortu, 1/3/09

   
         

 

Drought in Southern South America

Posted February 28, 2009
Color bar for Drought in Southern South America
download large image (5 MB, JPEG) acquired January 17, 2009 - February 1, 2009

More than mere colors on the page, the blotches of brown and cream—with only faint dustings of green— in this image represent the impact of one of the worst droughts in southern South America in decades. Each tiny dot of brown is a two-kilometer square of land (250 meters per pixel in the large image) where plants were struggling to grow in the hot, dry weather. Since northern Argentina, Uruguay, and southern Brazil contain rich, intensively cultivated land, the dots include fields of corn, cotton, soy, wheat, or pastureland for grazing cattle. The brown tones reveal that these plants were growing far less vigorously than average in late January 2009.

From mid-November 2008 through mid-February 2009, unusual weather patterns brought extreme temperatures and low rainfall to this normally productive agricultural region. The period is critical for many crops, including cotton, wheat, soy, and corn. As a result, crop yields in the three countries were expected to dip, with Argentina suffering the worst blow, said the U.S. Department of Agriculture’s Foreign Agricultural Service (FAS). Even Argentina’s famous beef industry had been affected by the drought, reported BBC News, as pastureland disappeared, and cattle starved.

Considered individually, many of the brown dots in the image represent a personal disaster, a farmer facing the prospect of a poor harvest or a herd of malnourished or dying cattle. As a whole, the image conveys something of the severity and extent of the disaster. In simple terms, the vegetation index is a scale of the amount of light plants absorb during photosynthesis. By comparing current vegetation index values with values recorded at the same period in previous years, scientists can tell how well plants are growing. While the impact of drought on vegetation is occasionally visible in photo-like satellite imagery, the vegetation index comparison is a more precise way to evaluate the impact of drought.

This image, based on observations from the Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer (MODIS) on NASA’s Terra satellite, compares the vegetation index for January 17–February 1, 2009, to the average vegetation index during the same period from 2000 through 2008. Brown shows where the current vegetation index is lower than average, meaning that less photosynthesis was occurring; cream shows where conditions were average; and the few spots of green show where the vegetation index was higher than average. Darker shades of brown stretch from the Pampas grasslands of Argentina to the croplands in southern Brazil. Severe drought clearly impacted the entire region.

  1. References

  2. Foreign Agricultural Service. (2009, February). World Agricultural Production. Published in Crop Explorer. United States Department of Agriculture. Accessed February 27, 2009.
    Piette, C. (2009, February 23). Drought sucks life from Argentina’s farms. BBC News. Accessed February 27, 2009.

NASA image created by Jesse Allen, Earth Observatory, using data provided by Inbal Reshef, Global Agricultural Monitoring Project. Caption by Holli Riebeek.

 

Sigue imagen del panorama de las secas.

  Del Apéndice 17 de los Expedientes del Valle de Santiago

Los textos que siguen han sido recortados en un 60%. Sus enlaces, sin el apropiado respeto estilístico, intentan no modificar los textos de Ameghino.

Tres pequeñas intervenciones en bastardilla han sido intercaladas siendo de mi autoría.

Muchos comentarios al vuelo habíamos escuchado de Ameghino, pero nunca lo habíamos imaginado tan insistente al extremo en sus criterios.

 

Florentino Ameghino, 1884

Las sequías y las inundaciones en la provincia de Buenos Aires

"En las primeras páginas de esta Memoria, al exponer los resultados de mi excursión a las lagunas de Lobos y de Monte, dije que ellos fueron relativamente escasos a causa de la gran cantidad de agua que llenaba las lagunas, y eso a pesar de haber efectuado mi viaje cuando la estación del calor estaba muy avanzada.

Hasta los mismos campos elevados pero de poco declive, estaban todavía en parte inundados y ya puede juzgarse por esto cómo estarían durante el invierno excepcionalmente lluvioso del año pasado.

Natural es, pues, que la cuestión de las inundaciones y de los proyectados trabajos de nivelación y desagüe estuvieran a la orden del día y se deseara conocer mi opinión al respecto. Eso me indujo a hacer algunas observaciones sobre las causas de las inundaciones y los medios de evitarlas, y encontré que esta cuestión estaba íntimamente ligada con la de las sequías que de tiempo en tiempo hacen sentir sus desastrosos efectos sobre distintas regiones de la Provincia.

Aún más: adquirí la convicción de que todo esfuerzo y todo trabajo que tendieran a evitar uno de esos males, sin tomar en cuenta el otro, ocasionaría, probablemente, más perjuicios que beneficios.

La cuestión de las obras de canalización y desagüe en la provincia de Buenos Aires continúa, sin embargo, a la orden del día. Los trabajos de nivelación se prosiguen con actividad y todos esperan con impaciencia el día en que el pico del trabajador empiece la excavación de los canales de desagüe, destinados a preservar de las inundaciones a vastas zonas de la Provincia hoy expuestas a desbordes periódicos de las aguas, que destruyen su riqueza y entorpecen el desenvolvimiento de la ganadería.

Todos abrigan la esperanza de que dichos trabajos librarán a la Provincia de las inundaciones, abriendo así para el porvenir una nueva era de prosperidad y riqueza sin precedente entre nosotros.

Por todas partes no se oye hablar sino de proyectos de canales que den salida a las aguas que en las épocas de grandes lluvias cubren los terrenos bajos o de poco declive.

El objetivo de todos esos proyectos parece ser buscar los medios de llevar al océano lo más rápidamente posible las aguas pluviales, con lo que se cree evitar en lo sucesivo el desborde de los ríos y la inundación consiguiente de los terrenos adyacentes.

Aunque el entusiasmo es contagioso, no se me ha comunicado; he permanecido frío y pensativo, reflexionando sobre las ventajas y desventajas que reportarían los canales de desagüe y me he confirmado más en mi opinión de que si ellos no son el complemento de obras más eficaces y de mayor consideración, reportarán probablemente más perjuicios que beneficios.

Antes de emprender esos trabajos creo que sería prudente darse cuenta no sólo de los beneficios sino también de los perjuicios que podrían reportar para ver si los unos compensarían a los otros.

Si hoy nos ahogamos por excesiva abundancia de agua, mañana nos moriremos de sed. En tales condiciones ¿que ventajas reportará el desagüe de la Pampa? Indudablemente importantes beneficios para unas mil leguas de terrenos anegadizos en las épocas anormales; de excedentes lluvias, evitando en parte en lo sucesivo las grandes pérdidas que ocasionan las inundaciones.

Con todo, sería bueno tener presente que si esos terrenos anegadizos no son utilizables en los períodos de grandes lluvias, en las épocas de grandes sequías, cuando toda la llanura se presenta desnuda de vegetación y sin agua, ellos constituyen los únicos campos de pastoreo en donde se acumulan las haciendas para salvarlas de la muerte.

Desde luego desaguar sin límite los terrenos quiere decir privar a la llanura de la pampa de una cantidad considerable de agua que, bien aplicada, puede constituir una reserva preciosa para atenuar, cuando menos en parte, los efectos desastrosos de las épocas de grandes sequías.

Si se hiciera un cálculo de los millones de pérdidas que en los últimos treinta años han producido las inundaciones por una parte y las sequías por la otra, se vería indudablemente que los perjuicios ocasionados por las últimas sobrepasan en una cantidad asombrosa a los que han sido producidos por las primeras.

El desagüe ilimitado o perpetuo de los campos anegadizos no tan sólo no disminuirá los enormes perjuicios que sufren los hacendados en los años de sequía, sino que los aumentará notablemente, haciendo además que algunos de ellos adquieran un carácter permanente.

Si bajo nuestro clima, sobre ser ya demasiado rápida la evaporación de las aguas, que en las épocas lluviosas inundan una parte considerable de la llanura, todavía se les da desagüe completo, es natural suponer que los períodos de grandes sequías serán más frecuentes y más prolongados y producirán efectos aún más desastrosos de los que ocasionan hasta ahora.

El agua que anega los terrenos iría al mar por los canales de desagüe en vez de evaporarse e infiltrarse en el suelo, como sucede hasta ahora, de modo que, siendo más escasos los vapores acuosos suspendidos en la atmósfera, serían igualmente algo más escasas las lluvias, y sobre todo el rocío, y de consiguiente más largos y sensibles los períodos de grandes sequías.

Sería difícil, entonces, contrarrestar los efectos desastrosos de éstas, pues no pasa de ser una ilusión creer que las napas de agua semisurgentes que cruzan el subsuelo de la Provincia, sean suficientes para evitarlos. Apenas bastarían para atenuarlos proveyendo el agua necesaria para dar de beber a las haciendas.

Además de la evaporación consiguiente, las aguas que durante una parte del año cubren los terrenos bajos o de poco declive producen otro fenómeno de resultados benéficos: conservan constantemente humedecido el subsuelo, en el que se infiltra una cantidad de líquido considerable que forma las vertientes que alimentan las escasas corrientes de agua de la Pampa, las cuales con los canales de desagüe disminuirían notablemente de volumen.

Las mismas aguas pluviales abandonando con demasiada prontitud la superficie del suelo penetrarían en el terreno menos que ahora y en menor cantidad, de manera que éste se resentiría de los efectos de las sequías con mayor facilidad y prontitud.

Areas extensas de terrenos que ahora sólo de tiempo en tiempo sufren los efectos desastrosos de las sequías, se convertirían probablemente en campos estériles durante todo el año, como lo son los de la pampa del Sudoeste.

Y aquí no está demás recordar que no hay un palmo de la llanura argentina (si se exceptúan las salinas) que sea improductivo o no sea cultivable, a causa de la calidad del terreno. Allí donde los campos son estériles, ello es debido: o a la falta de humus por habérselo llevado las aguas pluviales, o lo es a la falta de agua, como sucede en la pampa del Sudoeste, que se extiende desde los límites occidentales de la provincia de Buenos Aires hasta el pie de la Cordillera de los Andes.

Esa llanura es en su conjunto completamente desnuda, cubierta por una capa pulverulenta continuamente barrida por los vientos, y eso por falta de vegetación; y no hay vegetación porque no hay agua.

La prueba de ello es que en las orillas de los arroyos o en los alrededores de las escasas lagunas de esa región el suelo está cubierto por una fuerte capa de tierra vegetal cubierta a su vez de un verde césped; y lo prueban de una manera más evidente aún las irrigaciones artificiales, pues en todas partes adonde se lleva el riego los campos antes desnudos y estériles se convierten en terrenos de fertilidad asombrosa.

Luego, lo único que le falta a lo que se llama la pampa estéril es lo mismo que le falta a la pampa fértil en los años de grandes sequías: agua.

Y si sobre no tener agua de sobra todavía buscamos los medios de deshacernos rápidamente de la que con cierta abundancia cae en algunas épocas en la pampa del Sudeste, una parte considerable de la Provincia, aquella cuyo nivel sobre el océano es más elevado y más lejos se encuentra de él, correría el grave riesgo de convertirse en una prolongación de la pampa estéril del Sudoeste, tan impropia para el pastoreo como para la agricultura y con la circunstancia agravante de que allí no existen corrientes de agua comparables a las que desde la Cordillera descienden a la llanura vecina y que pudieran aprovecharse como aquellas para el riego artificial.

Los resultados inmediatos de dichas obras serían, pues, una probable disminución en la cantidad de lluvia anual, una notable disminución de la humedad del suelo, una mayor irregularidad de las precipitaciones acuosas, sequías más intensas a intervalos menos largos, descenso de las vertientes, disminución del caudal de agua de los ríos y riachuelos, disminución de la vegetación a causa de la pérdida anual de una cantidad considerable de semillas que serían arrastradas por las aguas conjuntamente con la tierra vegetal, lo que convertiría la fértil pampa del Sudeste en una planicie seca y estéril en su mayor parte, sin contar los gastos que demandarían las trabajos destinados a mantener en continua acción esa causa devastadora de estos bellos territorios.

¿Y en cambio de qué compensación? De unos cuantos cientos de leguas de terrenos anegadizos que podrán entonces ser aprovechados en los años normales, pero que dejarían de serlo, como el resto de la llanura, en las épocas de grandes sequías.

Ahora es oportuno que recuerde a los que me han precedido entreviendo la intima relación que existe entre las sequías y las inundaciones, abrazándolas en un solo problema cuya solución debería preservarnos de unas y otras.

Quien lo ha hecho con mayor claridad y precisión entre ellos es el doctor Zeballos, en un capítulo de su "Estudio geológico de la provincia de Buenos Aires", acaso el de mayor trascendencia de los que constituyen dicho trabajo, por referirse al problema de cuya solución depende el porvenir de toda la parte llana y sin árboles de la República Argentina.

En dicho capítulo se encuentran entre otros párrafos, los siguientes:
"A pesar de sus arroyos, lagunas y ríos, esta Provincia sufre sequías espantosas".

"La solución del problema de la sequía se relaciona con esta otra cuestión muy importante: la transformación conveniente de ciertos accidentes del terreno que permitan utilizar las aguas que hoy día se pierden estérilmente y el medio más eficaz de provocar las lluvias. Tiende a estos fines el sistema universalmente adoptado de la plantación de árboles en grande escala.

Esto escribía en 1876 el doctor Zeballos.

"Es, por cierto, extraordinario que un asunto de tal importancia y después de haber sido puesta la cuestión a la orden del día con tanta precisión y claridad, hayan pasado ocho años sin que nadie se ocupe de la verdadera solución del problema, dirigiendo todos sus miradas hacia una sola de sus parte, el desagüe simple e ilimitado de los terrenos que, como acabo de repetirlo, hará más frecuentes, más intensos, más prolongados y más desastrosos, los períodos de grandes sequías.

Las inundaciones son sin duda una calamidad; pero las sequías desastrosas que de períodos en períodos más o menos largos, azotan la Pampa, son una calamidad mucho mayor; y deshacerse de la una para hacer más intensos los desastres que produce la otra, es buscar un resultado absolutamente negativo.

El verdadero problema a resolver sería entonces, tratar de evitar tan sólo las inundaciones excesivas en las épocas anormales de grandes lluvias y evitar las sequías; pero ésto no se obtendrá con los simples canales de desagüe, ni aunque se combinen con algunos grandes receptáculos de agua en los puntos bajos."

El problema debería, pues, plantearse de este modo:

Establecer los medios para poder dar desagüe en los casos urgentes, a aquellos terrenos anegadizos, expuestos al peligro de una inundación completa durante una época de excesivas lluvias, por impedir este desagüe en las estaciones de lluvias menos intensas, y sobre todo, en regiones sólo expuestas a inundaciones parciales o limitadas y aprovechar las aguas que sobran en tales épocas para fertilizar los campos en estaciones de sequía, ejecutando trabajos que impidan que esas aguas hundan los terrenos bajos, sin necesidad de darles desagüe a los grandes ríos ni al Océano.

Me encuentro autorizado así para buscar la causa que después de la conquista ha acelerado la denudación del terreno vegetal superficial y ha hecho sin duda que las precipitaciones acuosas sean más irregulares, atribuyéndola a la destrucción de los inmensos pajonales que en otros tiempos cubrían una parte considerable de la Provincia.

Esos pajonales anulaban casi por completo la acción denudadora de las aguas sobre la superficie del suelo, retenían en él una parte considerable de las aguas pluviales y de consiguiente también un grado de humedad considerable, aun en los estíos más calurosos, lo que sin duda daba a las precipitaciones acuosas una cierta regularidad de que ahora carecen.

Ciertos puntos de la Provincia cuyo territorio es bastante elevado y con declives pronunciados, se hallan, sin embargo, expuestos desde épocas remotas a la acción denudadora de las aguas, lo que no ha permitido la formación del humus, presentándose hoy desnudos y sin vegetación.

La esterilidad de esos territorios, que son los que se extienden a inmediaciones de la Sierra de la Ventana hacia los ríos Colorado y Negro, no es debida a la falta de agua sino a la falta de humus que allí no pudo y no puede acumularse porque las aguas pluviales lo arrastran a los bajos y al Océano.

Ese es el espejo que trasunta lo que sería una parte considerable de la Provincia si se llevaran a efecto las proyectadas obras de desagüe simple e ilimitado.

En todas partes donde se han ido talando los montes, se han ido cambiando igualmente !as condiciones climatológicas.

Si este benéfico resultado se ha obtenido casi podría decirse que inconscientemente plantando árboles al acaso, según las conveniencias personales de cada uno, es indudable que aumentando las plantaciones en grande escala, combinadas con otros trabajos, como ser: canales de desagüe y de navegación, represas en las corrientes de agua que cruzan los terrenos elevados, estanques y lagunas artificiales, según plan que se trazara de antemano, se llegaría a modificar por completo las condiciones climáticas de la pampa del Sudeste.

Los inviernos serían entonces más húmedos y los veranos no tan calurosos; menos secos, con fuertes rocíos, contribuirían poderosamente a fertilizar las tierras. Entonces desaparecerían las sequías y por consiguiente no habría tampoco peligro en abrir un pequeño número de canales de desagüe suplementarios a los ríos actuales, por los cuales, en caso de lluvias verdaderamente extraordinarias, se pudiera conducir al océano el excedente de las aguas, evitando así los desastres de las inundaciones.

Pero esos canales deberían estar construidos de manera que sólo dieran desagüe a los campos inundados en los casos excepcionales aludidos, evitando el desagüe en todo el resto del año para conjurar los peligros de las sequías y la esterilidad de los campos que, como lo he demostrado, resultaría de un desagüe ilimitado y perpetuo.

Las capas de agua poco profundas reciben directamente los rayos solares, a los que presentan una vasta superficie, lo que hace que se evaporen con prontitud asombrosa.

De esos vapores acuosos sólo una muy pequeña cantidad vuelve a condensarse en lluvias y rocíos en la misma comarca; la mayor parte es transportada por los vientos a regiones distantes, perdiéndose así para la Provincia esa cantidad de líquido que ha de necesitar algunos meses después.

Las aguas estancadas que no encuentran desagüe y sólo disminuyen por la evaporación pronto se calientan, las materias vegetales que se encuentran en el fondo se descomponen, se forman charcos de agua pútrida y pantanosa que poco tiempo después se secan a su vez y pasados unos cuantos meses esos campos poco antes inundados se encuentran sin una gota de agua, sufriendo a veces sequías espantosas y mostrando la superficie del suelo surcada por grietas entreabiertas producidas por la contracción del barro arcilloso al perder la humedad evaporada por los rayos solares.

Para evitar estos desastrosos efectos que tantos millones de pérdidas ocasionan todos los años, es preciso tratar de impedir tanto cuanto sea posible el desagüe de los campos a los ríos y al océano, dando tan sólo desagüe inmediato a esos terrenos sumamente bajos que quedan completamente sumergidos en las épocas de grandes lluvias y que no sea posible preservarlos de las inundaciones de otro modo;

es preciso buscar el medio de aprovechar las aguas que caen en esos aguaceros torrenciales, de modo que sean benéficas durante todo el año;

es preciso evitar la evaporación rápida de esas mismas aguas y reducirlas de manera que ocupen la menor extensión posible; es necesario tratar de aumentar la permeabilidad del terreno para que se infiltren en él;

y es, por último, necesario evitar que las aguas de los parajes altos se precipiten a los bajos inundándolos, buscando los medios de retener la mayor cantidad posible de ellas en los terrenos elevados, donde serán de mayor utilidad que en los puntos bajos.

Existen en esos mismos puntos largas fajas de terrenos bajos, y que son anegadizos durante una parte considerable del año, especies de grandes cañadones en los que las aguas aún no han conseguido trazarse un cauce bien delimitado. Preséntanse secos en algunas épocas, pero en los períodos de lluvia ocupan una vasta superficie, porque el territorio, carente de declive y cubierto de juncos y otros vegetales acuáticos, no puede desaguarse con prontitud, ni existe un cauce bastante profundo que pueda recibir el sobrante de las aguas.

En estos casos deberá cavarse el cauce que las aguas no han conseguido formar, haciéndolo seguir igualmente por los declives naturales del terreno hasta el río o deposito de agua más cercano.

Hemos visto que las inundaciones son el resultado de las aguas de lluvia que desde los puntos altos se precipitan a los bajos, y que las sequías provienen de que dichas aguas abandonan los terrenos elevados con demasiada prontitud sin tener tiempo de infiltrarse en el suelo en cantidad suficiente para conservarlo humedecido durante el estío.

Es, pues, evidente que las inundaciones se evitarían haciendo de modo que las aguas de los puntos altos no se precipiten a los bajos, conservándolas en los puntos elevados: y que se evitarían las sequías, si en lugar de dejar correr esas aguas desde los puntos altos a las hondonadas, se les diese dirección hacia estanques artificiales situados sobre las laderas de los terrenos elevados, donde se conservarían, fertilizando la comarca con sus infiltraciones continuas y con los vapores acuosos que de ellos se elevarían a la atmósfera en toda época del año.

No se anegarían los terrenos bajos ni aun en las épocas de más grandes lluvias y serían mucho más reducidos esos desbordes de los ríos que tantos perjuicios ocasionan.

Con la apertura y prolongación de los cauces de los arroyos sin desagüe que se pierden en la llanura, se habría formado un desagüe continuo que privaría a esas regiones del agua que actualmente se infiltra en el suelo en los puntos donde se pierde el curso de las mencionadas corrientes.

Habría, pues, que construir en los canales artificiales represas con compuertas, que pudieran abrirse durante las épocas de lluvias y grandes crecientes, pero que impidieran el desagüe en épocas normales.

Todos cuantos han viajado por nuestras llanuras y han seguido los cursos de algunas de las corrientes de agua que las cruzan, habrán podido notar que el cauce de ellas, es a veces profundo y barrancoso, y otras bajo y limitado por playas de pendiente suave; en otros términos: habrán podido apercibirse de que ora cruza por terrenos elevados, ora por terrenos bajos.

Seguramente habrán observado también que en las orillas: de esas corrientes de agua, cuando atraviesan campos muy bajos u hondonadas, el terreno es más elevado allí que a algunas cuadras de distancia, donde el terreno presenta verdaderos bañados que en las épocas de grandes crecientes se llenan de agua formando lagunas laterales a los arroyos y riachuelos.

Este fenómeno es producido por las crecientes. Cuando debido a grandes lluvias el agua sale de su cauce, deposita a lo largo de las orillas de los ríos las materias terrosas que lleva en suspensión, formando capas de limo que van levantando sucesivamente el terreno de la ribera sobre el nivel de los campos vecinos.

Con el sucesivo levantamiento de esas fajas de terreno se forman detrás de ellas, a algunas cuadras de distancia de las riberas, otras fajas largas y estrechas de terrenos bajos que corren más o menos paralelas a los cauces de los ríos y arroyos en los cuales no pueden desaguar a causa de la mayor elevación del terreno de las riberas.

Así, cuando se producen grandes crecientes y se produce el desborde de los ríos, las aguas salvan a menudo las barreras que poco a poco se han ido levantando y van a inundar esas franjas de terrenos bajos, donde quedan estancadas formando lagunas laterales sin comunicación con los cauces contiguos.

Eso mismo ocurrirá con los 25.000 kilómetros de riberas elevadas que el plan maestro generaría con sus obranzas.

Esas lagunas laterales son inútiles porque ocupan siempre campos bajos que no necesitan esa agua pues tienen ya de sobra; y son perjudiciales porque, por lo común, contienen un escaso volumen de agua, poco profundo, que se extiende sobre vastas áreas de terrenos, inutilizándolos, cuando ellos deberían ser los mejores campos de pastoreo.

Esas aguas, calentadas por el sol, se corrompen antes de tener tiempo para evaporarse y despiden miasmas palúdicos nocivos a la salud.

A esos bañados inútiles y perjudiciales, formados por las causas mencionadas, debería dárseles desagüe inmediato por medio de pequeños canales que atravesasen los terrenos altos de las riberas que impiden el desagüe a los campos adyacentes. Se evitaría así el estancamiento de aguas no sólo inútiles en esos puntos sino también perjudiciales a la salud y podrían aprovecharse así vastas áreas de terrenos hoy inútiles y que serían entonces los más apropiados para el pastoreo.

Esos depósitos de agua laterales a los ríos y arroyos, nos dan, sin embargo, la idea, de otros estanques artificiales igualmente laterales a los cauces de los ríos, capaces de contener grandes masas de aguas en espacios reducidos, de manera que pudieran entrar en ellos las aguas de las grandes crecientes que no podrían ir a aumentar los desbordes de los ríos en los puntos bajos y quedarían allí como almacenadas para poder aprovecharlas en las épocas de grandes sequías.

Es preciso tener bien presente que las lagunas laterales a los ríos que en la actualidad existen, formadas por la elevación de los bordes de los ríos debido al limo que allí depositan las crecientes, sólo son perjudiciales porque ocupan terrenos bajos que no necesitan agua y porque contienen un muy escaso volumen de líquido desparramado sobre grandes superficies, que las inutiliza para el pastoreo.

Las lagunas laterales artificiales deberían construirse en aquellos puntos donde los ríos cruzan por campos elevados. Allí podrían excavarse estanques profundos capaces de contener grandes volúmenes de agua en espacios relativamente reducidos.

Dichos estanques se pondrían en comunicación con los ríos por medio de canales angostos y profundos, con compuertas que se abrirían cuando hubiera grandes crecientes, para que recibieran el sobrante de las aguas que de otro modo llenarían los cauces de los ríos que se desbordarían en los puntos bajos inundando, como ahora sucede, vastas zonas de terreno.

Una vez llenos los estanques se cerrarían las compuertas impidiendo así el desagüe, conservando el agua para las épocas en que ella escasea. En las épocas de lluvias pasajeras, los mismos estanques servirían para recoger el sobrante de las aguas de los campos vecinos, impidiendo así su desagüe en los ríos, conservándola allí para fertilizar con sus infiltraciones contínuas y los fuertes rocíos que provocarían, los campos circunvecinos.

Aquí deberemos recordarnos al Art 2642 del Código Civil.

La excavación de esas lagunas laterales no costaría sumas tan considerables como a primera vista podría suponerse, pues existen ya accidentes naturales del suelo que indican claramente los puntos donde preferentemente deberían constituirse, accidentes que facilitarían notablemente su ejecución.

Me refiero a esas torrenteras o zanjones profundos que desde los terrenos elevados corren a los ríos y riachuelos. Esos zanjones, casi todo el año secos, sólo tienen agua en los días de fuertes lluvias; entonces se reúne en ellos el agua que cae en los campos vecinos y la conducen al cauce de los ríos que pronto los llenan y los hacen desbordar.

Esos zanjones están ya indicados por la naturaleza como los puntos más a propósito para la construcción de los estanques artificiales laterales a los ríos. No habría más que regularizar sus desembocaduras en los ríos, colocar en ellos compuertas y detrás de ellas excavarlos reuniendo en un solo vasto receptáculo sus principales y más profundas ramificaciones.

En los demás puntos de la Provincia, allí donde no hay lagunas y las corrientes de agua son escasas, deberían formarse lagunas artificiales que recogieran el sobrante de las aguas pluviales de los terrenos circunvecinos. Esos estanques deberían tener una profundidad igual a aquella a que durante el estío se encuentra el agua en los mismos puntos, para que no se secaran en ninguna estación.

Esos estanques artificiales, cavados en el terreno pampeano, que es en sumo grado permeable, gozarían de propiedades absorbentes, de manera que, aunque por efecto de fuertes lluvias se llenaran completamente de agua, no permanecerían llenos por largo tiempo; la infiltración a través de las barrancas laterales harían desaparecer en breve tiempo, conservando agua tan sólo en el fondo, siempre que la profundidad de los estanques alcanzara hasta las napas de agua subterráneas más superficiales, y los hacendados tendrían así en sus campos aguadas permanentes durante todo el año, aun durante las épocas de mayor sequía.

Constituirían algo así como una especie de grandes pozos semiabsorbentes, cuya ejecución no sería difícil ni de muy elevado costo y sus buenos resultados serían indiscutibles.

En las terrenos elevados, llanos y de poco declive, alejados de los cauces de los ríos y riachuelos, existen extensas zonas de terreno en las cuales quedan estancadas las aguas pluviales que no pudiendo infiltrarse en el terreno a causa de la impermeabilidad de las capas arcillosas o margosas que forman la superficie del suelo, se extienden sobre vastas superficies inutilizando completamente esos terrenos y despidiendo a causa de la descomposición de las materias orgánicas que a ellas van a parar, emanaciones deletéreas tan perjudiciales a la salud como las que se levantan de los bañados y lagunas laterales a los cauces de los ríos y los arroyos.

Es indudable que esos campos podrían ser desecados con facilidad abriendo canales de desagüe que condujeran las aguas a los ríos y arroyos, que muchas veces se encuentran a leguas de distancia.

Pero si así lo hicieran, también es claro que esa agua corriendo a los ríos y por ellos al océano, se perdería sin provecho alguno para el terreno, iría a aumentar los desbordes de los ríos y las inundaciones en los puntos bajos que no necesitan agua y expondría la superficie del antiguo bañado, lo mismo que todos los terrenos adyacentes por donde cruzara el canal, a un proceso de denudación que iríase llevando poco a poco el terreno vegetal.

La falta de agua haríase sentir todos los veranos y en el primer período de sequía todo el terreno que ocupara el antiguo bañado, como también los campos vecinos, no tendrían una gota de agua y el suelo quemado y desnudo sólo presentaría a la vista una espesa capa de polvo.

Si en vez de dar salida a las aguas estancadas, ellas se resumieran hacia el centro del bañado en un estanque artificial, se conseguiría del mismo modo el objeto principal, que es desaguar el terreno para poder aprovecharlo, y eso no tan sólo sin necesidad de dirigir el agua a los ríos y por ellos al océano, sino que permanecerían en el terreno contribuyendo a su mayor fertilidad.

Supongamos un propietario que tenga unos dos kilómetros cuadrados de campo, situados a ocho kilómetros del curso de agua más próximo, y que de estos dos kilómetros la mitad fueran terrenos anegadizos o bañados por falta de declive y por recibir el agua de los terrenos más elevados circunvecinos.

Si se propusiera desecar el bañado dando desagüe a las aguas estancadas hacia los terrenos más bajos cercanos, es seguro que ninguno de los propietarios limítrofes querría recibir ese exceso de agua que arruinaría sus campos.

Luego, para desecar ese kilómetro de bañados y poder aprovecharlo no le quedaría más recurso que construir, de acuerdo con los propietarios vecinos, un canal de 8.000 metros de largo, unos dos metros del ancho por lo menos y dos de profundidad, término medio, que condujera las aguas hasta el río más próximo y la capacidad de ese canal no sería de ninguna manera exagerada, pues bastaría una lluvia algo regular para que las aguas de los campos vecinos lo llenaran en poco tiempo haciéndolo desbordar e inundar los campos más bajos que atravesara. Es decir, que tendrían que removerse unos 32.000 metros cúbicos de tierra, lo que costaría la friolera de unos tres mil pesos nacionales, cuando menos.

Cuando el propietario hubiese hecho ejecutar ese trabajo, su campo ya no sería un bañado, pero tampoco pararía en él, ni en los demás que atravesara el canal ni una sola gota de agua. Esos campos quedarían expuestos durante el verano a todos los efectos desastrosos de las sequías y la falta de agua y en las épocas lluviosas estarían continuamente bajo un activo proceso de denudación que llevándose poco a poco la tierra vegetal los esterilizaría en un transcurso de pocos años.

Ahora bien: la tierra removida para la construcción de ese canal de desagüe, representaría la capacidad de un estanque de 80 metros de largo, por 80 de ancho y 5 de profundidad, cuya construcción no costaría más que la del canal y que podría contener allí, sin necesidad de despedirla al río, 32.000 metros cúbicos de agua que extendidos sobre terrenos sin declive e impermeables son cuantos sobran para inutilizar, convirtiéndolo en bañado, un kilómetro de campo.

Pero aun suponiendo que los campos vecinos estuvieran cubiertos por una cantidad de agua cuatro veces mayor, ella entraría toda en el estanque, que se convertiría en una especie de gran pozo absorbente, dentro del cual el agua desaparecería rápidamente, conservándose sólo en su parte más profunda al nivel de las vertientes.

Los propietarios aprovecharían así los bañados sin necesidad de esterilizar el terreno conduciendo el agua a los ríos; conservaríanla en los campos en lagunas artificiales de agua permanente cuyos benéficos resultados sobre el clima y el terreno ya tengo indicado, además de otros beneficios que sólo los hacendados saben apreciar.


Aun cuando fuere necesario elevar con bombas centrífugas 5 m por encima de terraplenes esta agua circundante, el costo energético de esta acción para depositar los 320.000.000 de litros de agua, no superaría los 600 dólares.

Para que las lagunas laterales a los ríos y arroyos y las lagunas artificiales, lejos de las corrientes de agua, dieran el resultado buscado, que sería modificar las condiciones físicas y climatológicas de la llanura, deberían extenderse a todo el territorio de la Provincia, multiplicando por millares las lagunas artificiales sobre toda la parte de la llanura que carece de lagunas y en especial en todos los terrenos elevados y poco declive donde se encontraran aguas estancadas.

En todos los parajes donde hay bañados o pantanos de consideración, en vez de darles desagüe desecando por completo el área que ocupan, debería tratarse de reducir su superficie aumentando la profundidad; es decir, haciendo lagunas o estanques artificiales.

Es sabido que las lagunas actuales tienden evidentemente a secarse y desaparecer con una prontitud de la que sólo puede darse cuenta quien las haya observado de cerca durante un cierto número de años. Lagunas de un espacio reducido y poco profundo ahora, eran hace un siglo cuatro veces más extendidas y más profundas.

Otras que entonces eran pequeñas pero profundas, son hoy vastos pantanos. Lagunas de agua permanente en las que hace sólo veinte años entraban a nado los caballos, hoy han desaparecido por completo.

Esta desecación de las lagunas es el resultado de causas complejas cuya explicación resultaría sobrado extensa, pero entre las cuales puedo mencionar como desempeñando un papel preponderante, la denudación que las aguas pluviales ejercen sobre los terrenos adyacentes, el desmoronamiento de las barrancas producido por las olas que atacan su base, la tierra que allí transportan las tormentas de polvo y el continuo pisoteo de las haciendas que van a saciar su sed.

La denudación de las aguas pluviales sobre los terrenos circunvecinos, cuya superficie lavan transportando la tierra al fondo de las lagunas, es una de las causas más activas de su rellenamiento; es de un carácter general, pues produce los mismos efectos en todas las otras partes del mundo donde hay lagunas, y se ha hecho sentir en los tiempos geológicos rellenando las antiguas lagunas con estratos sucesivos de arena, arcilla y cascajo.

Sin embargo, sus efectos son más o menos lentos en todas partes, mientras que tal denudación se efectúa en la provincia Buenos Aires con tanta actividad que rellena las lagunas a nuestra vista y nos permite afirmar que si no se contrarrestan de algún modo sus efectos, dentro de un siglo habrán desaparecido la mayor parte de las lagunas sin desagüe.

Ahora bien: este proceso de rellenamiento de las lagunas no se ha efectuado siempre con la misma rapidez que en la época actual. Para convencerse de ello basta dirigir una ojeada a las capas que han rellenado algunas de las lagunas que existían en otros tiempos y habían desaparecido ya en tiempo de la conquista, capas que en distintos puntos ponen a menudo a descubierto la erosión de las aguas, y se verá que las antiguas lagunas están rellenadas con capas sucesivas de limo y arena fina que alternan con espesos mantos de conchillas de agua dulce (Ampullaria, Paludestrina, etc.) que vivieron en el fondo de los antiguos lagos y se han ido acumulando en tan inmensa cantidad que nos demuestran palpablemente que son los despojos de un sin fin de generaciones, lo que a su vez prueba que el rellenamiento de esas lagunas se efectuó con suma lentitud.

Si el proceso de rellenamiento se hubiese verificado con tanta rapidez como en la actualidad no se habrían formado esos bancos de conchillla casi pura; apenas se encontrarían ejemplares aislados en la masa de arena y arcilla que cegó esos antiguos depósitos de agua.

Por otra parte: la mayor parte de las lagunas serían de formación muy reciente, posterior a la conquista, lo que por absurdo no es ni discutible; o la rapidez del proceso de rellenamiento se ha acelerado en nuestra época, pues si admitiéramos que se ha efectuado con igual prontitud, desde hace siglos ya habría concluido, como está concluyendo a nuestra vista con las lagunas de la Pampa. Luego el proceso de rellenamiento de las lagunas por la denudación de las aguas pluviales se ha acelerado en nuestra época en detrimento del porvenir de estas regiones.

¿Cuál es la causa que ha acelerado el proceso de denudación de las aguas pluviales sobre la superficie de los terrenos adyacentes a las lagunas? La misma que según he dicho en otra parte, ha expuesto a una fuerte denudación vastas zonas de la Pampa: la destrucción de los pajonales que rodeaban esas lagunas y anulaban la fuerza denudadora del agua sobre la superficie del suelo.

He ahí la principal y verdadera causa que en nuestra época ha acelerado el rellenamiento de las lagunas.

La tercera causa que concurre a producir la desaparición de las lagunas: las tormentas de polvo, sólo hace sentir sus efectos durante las épocas de sequía. Los vientos levantan entonces de la superficie de los campos nubes de polvo a las cuales transportan a distancias considerables, pero que a menudo también son arrastradas casi a ras de suelo, de manera que cuando pasan por encima de algún zanjón caen en él arrasándolo a veces por completo.

En años de gran sequía he visto el lecho de arroyos de consideración, que de costumbre tienen agua permanente, cegados en largos trechos por las tormentas de polvo.

Cuando esos torbellinos de polvo empujados por al viento corren casi sobre la superficie del suelo desnudo y pasan por sobre una laguna, la tierra, al rozar con la superficie del agua, se humedece substrayéndose a la acción del viento y poco a poco se precipita en el fondo de la laguna.

Y cuando esos torbellinos se prolongan durante semanas enteras y siempre en una misma dirección, se comprende sin esfuerzo que puedan arrojar a las lagunas sorprendentes cantidades de polvo.

Este proceso de rellenamiento de las lagunas por medio de las tormentas de polvo debe ser también de nuestra época o por lo menos durante ella ha asumido proporciones colosales que lo caracterizan en las estaciones de sequía, debido igualmente a la destrucción de los pajonales y a la substitución de los pastos duros por los pastos blandos que se secan con facilidad bajo la acción de los rayos solares, convirtiéndose en polvo y dejando el suelo completamente limpio, mientras que la antigua vegetación más dura y resistente, probablemente no dejaba nunca los campos completamente desnudos y los vientos no podían entonces levantar esas nubes de polvo que levantan en nuestra época durante las estaciones de sequía.

La última causa que activa la desaparición de las lagunas, es, por fin, el pisoteo de los ganados, que se agrava de día en día con el aumento de las haciendas. Ese sistema de dejar libre el acceso a las lagunas en todo su perímetro es de pésimos resultado.

Los animales penetran en ellas por donde se les ocurre, destruyen las barrancas, acelerando su derrumbamiento; pisotean las playas convirtiendo en pantanos el limo rojo que remueven y es luego arrastrado al fondo de las lagunas, se internan en el agua recorriendo las lagunas en todas direcciones y agitándola, acelerando así la evaporación, remueven el barro depositado en su fondo, todo lo cual concluye por corromper el agua y formar pantanos insalubres y completamente inútiles hasta para abrevar las haciendas.

Esta causa obra de un modo tan activo, que Burmeister no trepida en atribuir sólo a ella el desecamiento de las lagunas, lo que indudablemente es exagerado, pues como lo acabo de demostrar, sólo es una causa concurrente.

Pero ella, unida a las que he mencionado, aceleran rápidamente la desaparición de las lagunas, de manera que existiendo en la llanura menos agua, las sequías serán más fuertes y prolongadas.

Por otra parte, las lagunas constituían y constituyen todavía grandes receptáculos en donde se almacenaba y se almacena una parte considerable de las aguas pluviales; desapareciendo éstas, esa cantidad de agua que se reunía en ellas, tiene que extenderse sobre la llanura, corriendo hacia los puntos más bajos hasta desaguar en los ríos más inmediatos, aumentando el caudal de agua de estos y los desbordes e inundaciones que ocasionan en las épocas de grandes lluvias.

La causa de esta modificación en el curso de los ríos y en el régimen de sus aguas debe buscarse igualmente en la destrucción de los pajonales y en su consecuencia más inmediata: el rellenamiento y desecación de las lagunas.

Antes que se efectuara este cambio en la superficie del suelo de la Pampa, el agua que caía en las épocas de grandes lluvias iba en gran parte a llenar las lagunas y el resto quedaba estancado en la superficie del suelo corriendo con lentitud a los cauces de los ríos, de modo que no podían producirse entonces esos grandes desbordes que ahora sobrevienen después de cada lluvia.

Entonces podían pasar varios meses sin que disminuyera notablemente el caudal de agua de los ríos, pues bastaban para alimentarlo las vertientes subterráneas producidas por la infiltración del agua de las lagunas y de la que quedaba estancada en la superficie del suelo que empapaba de tal modo el subsuelo que perforando el suelo se encontraba el agua a poca profundidad en cualquier parte.

Y para impedir el ensanchamiento de los cauces de los ríos, la prolongación de las torrenteras y zanjones y el esterilizamiento de los campos, es necesario hacer lo que ya he repetido tal vez por demás: impedir que las aguas pluviales se precipiten a los bajos y los cauces de los ríos, deteniéndolas en el terreno para que en parte se infiltren en él y el resto corra con lentitud a los ríos.

Y a conseguir esos resultados tiende el proyecto de los estanques artificiales en los terrenos elevados, de las lagunas o depósitos laterales a los ríos y a los arroyos, y en éstos la construcción de represas que detengan las aguas.

La influencia benéfica de las arboledas en las márgenes de los ríos, lagunas y canales, se haría sentir sobre todo por la resistencia que opondrían a la fuerza erosiva y de transporte de las aguas.

Pero para obtener mayores resultados y de un carácter más general, que contribuyan a modificar en un sentido ventajoso las condiciones físicometeorológicas de la comarca, sería preciso extender las plantaciones al interior de la llanura sobre vastas superficies, creando bosques artificiales, que con el tiempo constituirían igualmente una de las grandes fuentes de riqueza de la Provincia.

Pero para la formación de esos bosques artificiales deberán estudiarse cuidadosamente las localidades para ello más apropiadas, pues no todas ofrecen las mismas ventajas e inconvenientes; y ese sería el momento de poner a contribución los resultados de las nivelaciones que actualmente se practican, que serán igualmente indispensables para la por cuanto se refiere a sus métodos de explotación y en todas partes con los mejores resultados.

Hay en la provincia Buenos Aires otros espacios de terrenos igualmente inútiles para la agricultura y para el pastoreo, que también deberían aprovecharse para la plantación de arboledas, utilizándolos en algo provechoso y de indiscutible utilidad para el resto de la Provincia.

Me refiero a la ancha zona de arenas movedizas que se extienden a lo largo de la costa del Atlántico y a las formaciones arenosas y a los médanos a veces también movedizos que se encuentran desparramados hacia el interior en distintos puntos de la pampa.

Los depósitos arenosos, particularmente en forma de médanos, adquieren en la llanura argentina un desarrollo colosal, extendiéndose no tan sólo sobre la costa sino también en el interior de la llanura hasta el pie de las cordilleras.

Hace más de un siglo que el mismo fenómeno preocupó la atención pública en Europa; los Gobiernos mandaron estudiar la marcha invasora de la arena y los comisionados se expidieron aconsejando las plantaciones de árboles que impidieran su avance al interior y el cultivo de ciertos vegetales que facilitaran su consolidación.

Hoy la prolongada costa de Gascuña, que hace un siglo eran desiertos cubiertos de arenas movedizas, es una inmensa selva de pinos que produce anualmente millones de francos de beneficio.

Cubrir la llanura bonaerense de represas, estanques y lagunas artificiales combinadas con canales y plantaciones de arboledas en grande escala sería indudablemente una obra más colosal que la proyectada de desagüe simple e ilimitado, pero de resultados benéficos, que permitiría un enorme desarrollo de la ganadería y la agricultura, que ya no estarían expuestas a los azares de las inundaciones y las sequías y aumentarían de un modo extraordinario el valor de las tierras en beneficio privado y de la comunidad;

mientras que el proyecto de desagüe simple e ilimitado no tan sólo no reportaría tales ventajas, sino que por razones que he expuesto y repetido quizá por demás, ha de dar resultados desastrosos.

El proyecto de mejoramiento de la pampa que me he limitado a exponer en sus grandes líneas, no sería sin duda una obra que pudiera ejecutarse en unos cuantos años; pero si cada propietario de grandes áreas de campo, en vez de dejar llevar a las peonadas una vida de holgazanería durante una parte considerable del año, las obligaran a reducir dentro de estrechos límites los bañados de sus campos cavando estanques artificiales con plantaciones de árboles en derredor y con la tierra que removieran hicieran nivelar y levantar el resto de los bañados;

y si, por otra parte, los Gobiernos ayudaran esos trabajos estimulando a los propietarios que más se distinguieran en ellos dedicándoles a esas obras recursos especiales, es seguro que al cabo de veinte años habríanse modificado favorablemente las condiciones físicoclimatológicas de la llanura.

Si no queréis exponeros a resultados imprevistos de consecuencias gravísimas, antes de que se emprendan las proyectadas obras de desagüe reclamad del Gobierno el nombramiento de una comisión de ingenieros, geólogos, botánicos y profesores de física para que informen sobre los cambios geológicos, físicos y climatéricos que un desagüe ilimitado y continuo de los campos anegadizos puede producir en la provincia bonaerense y sobre las medidas que deberían adoptarse para evitar las sequías y las inundaciones.

Ese informe ilustrará a Gobiernos y particulares. Por él se debería haber empezado; y sólo en vista de él se podrá juzgar de los beneficios y perjuicios que reportaría la conducción rápida de las aguas pluviales al océano.

Mayo 18 de 1884. *) Se trata del capítulo III de la obra "Excursiones geológicas y paleontológicas en la Provincia Buenos Aires." Publicado en Torcelli, Alfredo J. (Dir.): "Obras completas y correspondencia científica de Florentino Ameghino", Vol.IV "Zoología Matemática", pág. 145-214., Taller de impresiones oficiales, La Plata, 1915.

El informe completo de Ameghino se baja por: www.argiropolis.com.ar

Del plan maestro

El plan maestro propone sacar el agua de las áreas endorreicas en el término de dos meses.

De ellas no se debería sacar ni una sola gota. Así lo pusieron de manifiesto los expertos rusos con enorme experiencia en las praderas de Ucrania.

Si estas groseras oposiciones no se aclaran, definitivamente quedamos en manos de los más ilusos e irresponsables funcionarios;

cuyos insustentables criterios, tanto en la faz técnica, como legal y administrativa, no he dejado de observar durante doce años, poniendo el mayor celo en seguir y denunciar sus faltas, errores y mentiras en todos los foros de administración y de justicia.

Estas cuestiones largamente denunciadas, hoy son demandas en la Secretaría de Demandas Originarias de la Suprema Corte Prov.: Causa B-67491 por irresponsabilidades mayúsculas anticipadas por severas advertencias y documentos fotográficos tres veces desaparecidos de sus expedientes y afectando áreas con asentamientos humanos del mayor lujo.

Seguidas por estas que, refiriendo del código de aguas, y aún sin considerar las faltas gravísimas de precisiones técnicas hidrológicas, sólo por su falta de proporcionalidad legal en la consideración de la lista de antecedentes acreditados que siguen, descubrimos alterando la vinculación jurídica, promoviendo por ello su nulidad constitucional.

Impugnado y ampliada su impugnacion en la secretaría de Demandas Originarias de la Suprema Corte Provincial: solicitada la Declaración de Inconstitucionalidad del art. 18, ley 12.257 por expedientes I 69519; Declaración de Inconstitucionalidad de la Resolución 705 del Ministerio de infraestructura, vivienda y servicios públicos, causa I 69518/07 y Declaración de Inconstitucionalidad del Decreto 3.511/07 del Ministerio de infraestructura, vivienda y servicios públicos, causa I 69520

La inversión aplicada al plan Hallcrow fue de 3 millones de dólares; equivalente a la televisación de 6 partidos de Torneos y Competencias; o al pase de un jugador mediocre; o a una fracción de un cuadro de Amalita.

La llanura pampeana se cuenta entre el 3% de las tierras más ricas del planeta.
¿Cuántos han sido necios, cuando no miserables en sus consideraciones?

Volvernos locos con este plan, fruto del sueño de un administrador que nunca dejó huellas de tareas otras que no fueran hacer terraplenes y tajos en la tierra ignorando las más elementales prevenciones legales ambientales; y que al mismo tiempo se mandó al frente en solitario a la Legislatura con un esperpéntico código de aguas (sin dar la más mínima originaria participación a Agricultura), hiperregulador, hiperconcentrador, mamotrético e insustentable en todos los términos legales y administrativos que se quiera imaginar;

sin conformar un presupuesto de mínimos, sino de máximos disparates cuya regulación "natural y razonable" resulta de plano imposible e inimaginable; a pesar de la encubridora lírica de algún letrado.

Si exagero en algo, me gustaría y agradecería advertirlo para salir de este desvelo que comparto por años desde riberas bien opuestas con el creador y primer presidente del elefante dormido en vías de desarrollo legal y administrativo insustentable;

impidiendo todo criterio de acción que aflore desde abajo hacia arriba como lo propondría Tocqueville, y como lo propone Ameghino desde hace 121 años, con la participación de miles de productores haciendo sus estanques, como es el caso de tantos estados de USA donde centenares de miles de espejos de aguas particulares realizados en los últimos veinte años reciben la visita de un Ranger que simplemente los orienta en su administración. (Ver estados de Oklahoma y Missouri)

A los valores que dicen hoy caben al plan maestro, 600 hectáreas de esas 2.5 millones de áreas endorreicas, reclamarían 900.000 dólares de inversión.

¿Cuánto menos se necesitaría para asistir la creación particular de decenas de miles de estanques artificiales?

Treinta y cinco mil estanques a 50.000 dólares cada uno ya representa un 50% menos de inversión.

Si en cada estanque entraran 300 millones de litros, ésto equivaldría a 40 cm de altura agua en 2,5 millones de hectáreas y el costo energético para colocar esta agua dentro de los estanques sería de 20 millones de dólares.

Cada uno riega lo que le parece y cuando le parece; y evitamos un ilusorio y fantasioso plan de riego en manos de funcionarios que rompen el esqueleto de Papá Estado a diario.

Y se imaginan cuánto más sencillo comenzar a respetar el Código Civil y dejar durmiendo su siesta al paquidérmico código hasta que sea tapado por regulaciones normales y razonables de mínima y no de máximos presupuestos.

A cambio, se nos propone que sea este código el emperador de instituciones mamotréticas, el dios regulador de todas las insustentabilidades administrativas y legales por venir.

Ahora, por Resolución 08/04 intenta este emperador entrar a tallar en las aguas subterráneas. Recuerdo el manifiesto de la Fundación para una Nueva Cultura del Agua con sede en Zaragoza, señalando: "La gestión de aguas subterráneas se ha desarrollado tradicionalmente en un ámbito de derechos privados de propiedad y de gestión, asumiéndose por parte del usuario costes de infraestructura y explotación con escasas subvenciones, lo que ha propiciado un modelo de gestión más eficiente y competitivo". Ver fnca@unizar.es.

Al parecer los europeos no han recibido las mismas presiones, ni se han contagiado las mismas paranoias de nuestros hermanitos del Norte.

También aquí es válido mirar, pues parecen sinceros y viejos amantes de sus terruños.

El Ada, en cambio, no dormirá persiguiendo a los poceritos que con sus cuatro trastos hacen 300 agujeritos por día y su legión de funcionarios incompetentes, supuestamente volviéndose locos atrás de los sueños del emperador durante unas semanitas antes de volver a su normalidad.

Hace diez años que vienen prometiendo una página web y ni siquiera es sencillo hablar por teléfono con ellos.

Espero que después de tantas décadas de dislates en esta provincia, nazca una nueva cultura del Agua, profunda, sincera y generadora de educación y participación gustosa;

tan nueva y entusiasta, como vieja y lúcida, la mirada de Ameghino.

 

Florentino Ameghino nació en Luján el 18 de setiembre de 1854. Murió en La Plata el 6 de Agosto de 1911.

Florentino Ameghino fue la primera gran figura de la ciencia nacional y la que alcanzó, seguramente, mayor trascendencia internacional.

Autodidacta que puso por alto el prestigio científico del país sin más fuerzas que su formidable tesón y el apoyo de su hermano Carlos, y sin más financiamiento que los exiguos fondos obtenidos de una librería, negocio que manejo durante años en La Plata.

Sin perjuicio de esta limitada condición, Ameghino produjo obras que no tuvieron igual en su tiempo y en su país, como la monumental Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina, de 1889, que le valió la medalla de oro en la Exposición Universal de París, o Filogenia, principios de clasificación transformista basados sobre leyes naturales y proporciones matemáticas, que lo ubicó entre las pocas figuras mundiales del enfoque paleontológico de la biología evolutiva.

En palabras de Sarmiento, Ameghino era entonces, "un paisano de Mercedes que aquí nadie conoce, pero que es admirado por los sabios del mundo entero."

Impresiona el volumen que alcanzaron sus publicaciones en los 57 años que vivió. En una recopilación, publicada como Obras Completas, se cuentan 24 volúmenes de entre 700 y 800 páginas cada uno, que contienen clasificaciones, estudios, comparaciones y descripciones de más de 9000 animales extinguidos, muchos de ellos descubiertos por él.

Tal importante era este catálogo en relación con la cantidad total de mamíferos extinguidos conocidos en el mundo entero, que científicos de América y Europa viajaban a la Argentina a conocer la "colección de Ameghino", escépticos y curiosos, para rendirse por fin, ante la evidencia de la verdad y el genio del naturalista.

Su formación primaria la realizó en forma particular y como entretenimiento infantil recogía huesos en las barrancas de Luján.

En Buenos Aires siguió estudios secundarios que no concluyó y enseguida se trasladó a la localidad bonaerense de Mercedes, donde fue maestro y director de una escuela.

Su obra alcanza visos de genialidad. No sólo por su volumen y amplitud (hizo estudios antropológicos, paleontológicos y geológicos) sino por formar parte de un enfoque integrado, que le permitió realizar una reconstrucción paleogeográfica del continente y de las migraciones de animales extinguidos a lo largo del tiempo geológico.

Además, realizó trabajos sobre el lenguaje (El origen poligénico del lenguaje, de 1910); propuso un nuevo sistema de escritura taquigráfica, que él mismo utilizaba para tomar notas (Taquigrafía, de 1880); y analizó los problemas ambientales, en trabajos tales como Las sequías e inundaciones de la Provincia de Buenos Aires, de 1884, un trabajo que actualmente es objeto de culto entre los climatólogos.

Florentino Ameghino murió en La Plata, en 1911, en medio de una atmósfera de generalizado reconocimiento a su labor y a su figura. Ese mismo reconocimiento que le había faltado en la época de oro de su trabajo científico.

Tan importante como su obra paleontológica fueron las proyecciones que estas adquirieron y sus escritos filosóficos. A pesar de que no se considera un filósofo, obras como Mi Credo lo posicionan como el primer filósofo explícito de la ciencia que diera al mundo América Latina.

 

Respecto de estos temas anteriores y de los que siguen, ya el 9 de Diciembre del 2003 dirigía esta correspondencia

Al Gobernador Ing. Felipe Solá

Ref.: "Los expedientes del Valle de Santiago"
De perseverante consideración

En los últimos siete años he estado lidiando con lobistas emprendedores, escribanos y funcionarios de la administración, fiscales de Estado y del crimen incluídos; y luego de más de 15.000 folios de presentaciones en mano a más de 28 expedientes administrativos, legislativos y judiciales, mis alientos me fueron llevando a rincones donde todo lo que prima es agua.

Ya sea aquella que genera anegamientos rurales o urbanos; ya la que consumimos o vertemos; ya la que contaminamos; la que buscamos de preservar; la que escurrimos; la que distribuímos; la que por grandes acueductos a otras provincias exportamos; la del cielo, la del subsuelo, la de la fertilidad; porque en suma, esta riqueza es de todas formas incomparable e irremplazable.

Si aplicáramos criterios correctos respecto de ella, generaríamos más riqueza que toda la que recauda la Provincia en todo concepto. Es interesante destacar, que esta mirada que pudiéramos acopiar, en términos económicos no ha sido ni remota, ni mucho menos prolijamente evaluada; porque si hubiera sido considerada no tendríamos el nivel pavoroso de problemas elementalísimos que tenemos con ella.
En el área administrativa de la OSPBA o de lo que quedó de ella, llámese ORAB, Autoridad del Agua, Secretaría de Obras Públicas y áreas conexas, la desestructuración sufrida no podría haber sido mayor.

La voltereta olímpica que dieron los sueños del Sr. Amicarelli, padre de la criatura, que desde su torre de marfil iba a poner todo en un nuevo orden, tal vez sirvan para estimar que habremos de empezar de cero, descubriendo cada sector su sentido de responsabilidad, su vocación y sus relaciones. En suma, su identidad. Pues para ésto sirven desestructuraciones.

Al parecer, las aguas de consumo pudieran encontrar, en algún sentido, los viejos cauces de gestión que alguna vez administró la OSPBA.

Pero, la perspectiva de experiencia más reciente, que hoy aportan al servicio público algunas empresas privadas relativamente pequeñas, y que superan con esfuerzo, creatividad y mayor eficiencia, los desafíos de todo orden caídos sobre sus espaldas, hacen suponer que los caminos de salida no son tan cerrados como entonces. Los 500 millones de dólares depositados por Enron pueden, ayudar a vislumbrar ya no tan paquidérmicos desarrollos.

Habrá que discernir: ésto es, separar con la mayor claridad posible las funciones de los que cuidan, captan y distribuyen aguas para el consumo humano, de los que escurren.

Y a éstos, de los que acopian en reservorios. Que a su vez en este tema habrá que sumar muchísima experiencia, hoy casi ausente.

Las transferencias de personal entre los diversos institutos públicos relacionados con el agua y los decretos de los últimos dos años sobre el tema, si bien criteriosos, por la suma de tantos descalabros que atendieron no alcanzamos a descubrirlos exhaustivos.

Todavía se sienten celos y tironeos entre áreas que ganaron y perdieron.

No serán más decretos los que pongan en orden estas situaciones, sino la iniciativa y sacrificio personal con que cada uno de estos funcionarios ponga en juego su vocación.

Sería una lástima que una ordenanza deje sin descubrir estos aspectos más profundos que siempre pasan por la responsabilidad individual y que siempre eluden los geómetras de organigramas, imaginando que estas responsabilidades son transferibles a las instituciones. Con cuidado y cercanía se hacen perceptibles estos aspectos de la valía personal. Que sin estos aportes no hay plan que valga.

Asimismo, habrá que comenzar a establecer vínculos más solidos y constructivos entre las universidades y tantísima gente llena de vocación y espíritu de sacrificio poco imaginable que en ellas trabajan; y esta gravísima disfunción pública.

Así como el INTA ha alcanzado a mediar estas relaciones, así debiera insistirse en estimular la más natural parición de un cuerpo mediador de tantas vocaciones que insistiendo, persistiendo, resistiendo y subsistiendo, aun asisten a sostener un sueño que parece a todas luces, muerto.

He tenido oportunidad de conocer a Profesores como el Dr. Rolando Quirós, apreciadísimo especialista en ecosistemas de lagunas, poniendo en juego su ya precaria salud para asistirnos durante toda una jornada de lluvias persistentes, empapado hasta los huesos. No he podido aun después de cuatro años comprender tanta vocación y tanto sacrificio en una persona mayor. Sus discípulos, todos ellos biólogos, heredaban su mismo tesón.

He estado en subsuelos de la Universidad de La Plata, que aunque empobrecidos todavía lucen como palacios, invitado por el titular de la Cátedra de Edafología, el Dr. Jorge Lanfranco, rodeado de algunos de sus alumnos que escucharon durante horas nuestra conversación que parecía nunca agotarse. Tan metidos estábamos unos y otros en el tema del agua.

Luego fuí invitado a un seminario de temas conexos al que no pude concurrir por problemas de agenda, pero sirvió para enterarme de toda la actividad hoy desenhebrada de nuestra sangrante disfunción pública.

Ninguna de estas personas que conocí tenía prendas otras que una extraordinaria y la más noble pobreza. De la que cualquiera se sentiría inolvidablemente emocionado.

¿Y cómo puede ser que estemos tan mal y continuemos así, si un tejido de gente así nos asistiera?!

Este desperdicio Humano es imposible de concebir.

Cambiando en apariencia un poquito el tema, veamos qué ha pasado con los anteproyectos posteriores que se gestaron alrededor del plan maestro de la cuenca del Salado; que si bien en muchísimos aspectos, más completos, aun muestran baches groseros.

Por dar un ejemplo: el canal que comunicaba en los deslindes de 9 de Julio y Gral Viamonte, la estación de Neild y Olascoaga y que fuera eliminado en esta segunda etapa, para supuestamente sustituirlo por un tercer brazo Sur del canal San Emilio.

Determinación que puede haber sido tomada con argumentos de variada economía, pero dejando colgados los escurrimientos de las zonas intermedias: Granja grande, La Idalina, 5 de Abril y los que siguen; sin más precisiones que las que pudieran dibujarse con los ojos bastante cerrados y a mano alzada. Es en extremo fácil verificar este comentario.

¿Cómo puede ser, que un simple mortal que vive solitario y alejado de todas estas cuestiones, pues ningún interés directo tiene en ellas, haga estos comentarios?!

Si uno sólo de ellos fuera cierto de criterios, ya tendríamos que agarrarnos fuerte para no caernos.

Los brutales movimientos de suelos que implican esas obras, al menos debieran conllevar una apertura de mayor ilustración a la comunidad de interesados.

Una obra que se demoró cien años, bien puede demorarse uno más en editar y regalar información; para recibir un día cercano, contrapartida elemental de aprecios.

Al fin y al cabo, estas obras no se realizan para celebrar la inteligencia de alguien en particular, sino para comunicar solidaridad en términos tan afectivos como constructivos.

Esa comunicación, en mi caso particular la fuí a buscar y se me dió. Fui atendido con toda corrección. Se me ilustró con la debida información. Tomé nota. Y aquí está mi opinión.

Pero lo que lamento, es que los propietarios de esas tierras no hayan alcanzado a enterarse ni remotamente del cambio decidido y nadie les advierte que quedaron gravemente marginados del plan.

Me gustaría estar en persona en la Dirección de Proyectos Hidráulicos cuando expliquen los ingenieros consultores y los controladores de la consultora que proyectaron esa pequeña reforma al plan maestro, con qué criterios obraron. Estoy seguro que me interesará escuchar su opinión; luego verificarla; para luego tal vez hacer algunos comentarios.

Pero repito: repartir conocimiento, ayuda a multiplicar el conocimiento. Sobre todo, entre los afectados.

Esa actitud de informar con los más detallados criterios, hoy no sólo es posible a través de un minúsculo e irrisorio CD, sino que conforma, preciosa y la más noble publicidad.

Uno de los frutos más pródigos que podría generar este proyecto tan abarcador, es justamente la inundación de información que alcanzaría, haciendo patente el esfuerzo hecho y el mucho más intenso que por décadas restará hacer.

Cerrando con una parábola vuelvo a colocar esta historia en el mismo lugar de tristeza donde quedó la anterior. Ese día que visité la Dirección de Proyectos y fuí tan correctamente atendido, también aquí percibí la desolación.

Los tiras y aflojas de unos en la Subsecretaría de Asuntos Hídricos de la Nación. Los de otros en la Autoridad del Agua. Los de esta Dirección de Hidráulica sobreviviente, hace años desahuciada, nunca al parecer terminada de desmembrar. Incomunicada. Pobre. Y a pesar de ilusionadas, las almas de estos funcionarios están aisladas y no poco desorientadas. Si exagero en algo,... que lo digan ellos.

Otra cuestión bien cercana a unos y a otros: la reconocida y aceptada inexperiencia en el tema reservorios. Que reclama, que así como se han dado con criterio prioridades a las tareas en las cuencas inferiores del Salado; así también se den atenciones a un par de reservorios al menos; tomando en consideración reservorios con diferentes subsuelos para lograr contrastar experiencias.

No me parece lo más importante en este apunte, referirme a los aspectos cuantitativos del reservorio, como a los cualitativos. La posibilidad de generar y estudiar pequeños reservorios, que transmitan y sumen diferentes experiencias, me parece cuestión elemental. En un sólo Estado de la USA, no recuerdo con exactitud, si Missouri u Oklahoma, en sólo diez años se habían construído doscientos mil estanques de 1/4 a 20 hectáreas.

La iniciativa privada recibía asistencia pública a través de Rangers que se ocupaban de verificar el desarrollo de la vida en esas aguas.

La Provincia ya tiene sus estanques naturales conformados en las miles parcelas endorreicas que caracterizaron siempre a esta llanura. ¿Cómo es posible, que después de más de un siglo de explotaciones agropecuarias, aun no se hayan estimulado aplicaciones a tanta área anegada?

Desde Europa dirían que estamos aun en términos de un lento despertar. Y que lo primero que se nos ocurre, es sacar el agua.

Invertir 3600 millones de dólares, para auxiliar a 4.000 "productores" que tienen dos millones y medio de hectáreas endorreicas anegadas, equivale a poner 900.000 dólares, para secar 600 hectáreas. Tarea, hoy, de locos de remate.

Si estoy equivocado, entreguen Uds. ese dinero al propietario que Uds. elijan, y vean a continuación qué hace. Lo más probable es que salga disparando. Y si le gusta aun el suelo, busque de comprar uno mejor.

Pero querer cambiar, prácticamente contra Natura, una característica de suelo tan extendida, sólo en sueños sería viable si las gentes de este país fueran la maravilla entre las maravillas y se codearan con el Creador.

Para ello, tal vez sería más original importar japoneses que nos regalaran ilustración, sacrificio y perseverancia; virtudes de las cuales deviene un día la creación.

Pero sumidos como estamos en pobrezas, tristezas y pública disfunción, cómo vamos a encarar estos sueños sin antes empezar por el principio de la valoración y comunicación de los aprecios humanos.

Este puede ser un negocio para Caterpillar y el Banco Mundial; pero sería mejor si empezamos a construirlo aprovechando los desperdicios humanos que aun y aquí sostienen sacrificio y vocación.

Y tal vez, los pasos a dar empiecen por poner en comunicación, tejidos humanos con esta calificación, en función aplicada a escalas bastante más pequeñas que las proyectadas, para ir afinando instrumentación.

Por supuesto que excluyo de estos tiempos las urgencias que atañen a los anegamientos de los pueblos. Esta es otra cuestión y no es imprescindible pegotearla a la cuestión rural. Aunque es natural que a veces se presente conveniente.

Del tema de los núcleos urbanos me he ocupado en particular como nadie lo ha hecho en años, buscando se respeten las criteriosas prevenciones que nos regalan los marcos legales. Y bien sabe Ud. la montaña de papeles que con desinterés personal y perseverancia he construído, para no haber conseguido conmover, tras siete años de trabajo hasta el momento a nadie. Los lobbistas siguen encantados y encantando funcionarios. O soy muy tonto; o los problemas son muy grandes.

En el área de la hidrogeología sería interesante reconocer el nivel de estudios respecto de la permeabilidad de los suelos provinciales que sin duda ha sido relevada, pero no imagino con qué escala de precisiones.

A veces, los trabajos exhaustivos abren la puerta a soluciones. Hay austríacos pensando en exportar agua a miles de kilómetros de distancia de su país.
¿Acaso nuestros vecinos despreciarían nuestras sobras?

La evaluación de acueductos que operen con presiones de trabajo más elevadas que las dispuestas para el nuevo de La Pampa, podrían abrir nuevos panoramas a través de más eficientes aplicaciones.

Debido a algunas regaladas abundancias, nuestra cosmovisión del agua ha quedado pobreteada.

La cosmovisión de los ingenieros que trabajaron en la Dirección de Hidráulica durante los últimos 40 años, no descubre hoy ni originalidad, ni vocaciones ejemplares, ni obras criteriosas. Si, en cambio, descubre un cansancio y desilusión en extremo contagiosos.

El desencanto que cargan es patético. No tengo dudas que habrá excepciones. Pero habría que determinarlas. ¿Dónde ha quedado el genio y de qué forma logran comunicar cosmovisión?

Vuelvo a repetir, la visión del agua como recurso y la relación de sus pretensiones reglamentarias con los ambientes, no han sido precisamente las más cultivada por estos clásicos escurridores.

Si al menos lograran formular mínimas experiencias concretas alrededor de más originales reservorios particulares, ya tendríamos con qué comenzar a atar cabos.

La ausencia y disfunción por un lado del esfuerzo y la contribución privada; y la cantidad de gente tapada, calificadísima en vocación y sacrificio, en temas de clima y agua, edafología, hidrogeología, ecosistema de lagunas, que podrían aportar criterios riquísimos a estas cuestiones, es por su alto contraste, alarmante. Pero aquí está la materia prima y la mayor energía.

En un simple orden administrativo, los comités de cuenca, que recién nacidos y huérfanos de consolidados criterios, dependen de la Autoridad del Agua, y ésta a su vez del subsecretario de Obras Públicas, tienen, o bien un cuello de botella gravísimo en las limitadas posibilidades que pueden atender Ballati, Palacios y Fernández de la Autoridad del Agua; o las delegaciones hidráulicas de estos municipios quedaron fosilizados por el abandono.

La anarquía desarrollada en el O y NO de la Provincia que ha tratado de paliarse mediante la Resolución 229, tan sólo dió como resultado la determinación de poco más de cien contravenciones en un lapso de más de 10 meses. Diremos que al menos es algo, aunque bien poco, si luego, en adición, no se logra concretar la corrección.

Pero pone también al descubierto, que la enorme transferencia de personal en estos institutos que no terminan de disgregarse, ha generado pobres resultados en cantidad. Aunque en el trato, es de destacar, los que trabajan, descubren muchas veces, la mayor calidad.

Por supuesto, y refiriéndome ahora al esfuerzo personal que me ha acercado por años hasta aquí, todo lo relativo a las afectaciones irresponsables de fondos de cañada para asentamientos humanos imposibles, no ha sido después de siete años de reiteradísimos reclamos, atendido en lo más mínimo.

Los frutos de tan inconcientes concesiones administrativas, dicho ésto en el sentido más claro que de sobra cabe, dejarán huellas irreparables en los resguardos urbanísticos; en las previsiones de espacios comunitarios; y en la mochila cargada de irresponsabilidades que transfieren los lobbies al Estado.

Los comités de cuenca que deberían atesorar previsiones sobre problemas urbanos, necesitan, como ya lo he señalado más arriba, diferenciarse con la mayor precisión y urgencia, de los rurales. La presión de lobbies en los primeros, reclama funcionarios con criterio, respaldo político y los mejores comportamientos.

La desatención de los comités de cuenca es tan comprensible en estas tan laxas circunstancias, como insostenible bendecir tanta disfuncionalidad.

No menos de un par de miles de personas supuestamente calificadas y transferidas de acá para allá, aguardan comenzar a ser útiles a la sociedad.

Mirar a esta cuestión del agua con muchísima mayor atención es tema de altísima prioridad.

La cantidad de riqueza que se puede generar da para sospechar esté relacionada a contrapelo, con la cantidad de agua que se quiere eliminar.

Inevitable repetir, la enorme disfunción pública en el sentido cognitivo, tanto como en el administrativo.

¿Qué dificultades tendría el Gobierno en solicitar a los rectores de las universidades públicas y privadas que comiencen a tratar estos temas, y muy en particular el de la calificación de los reservorios, sus escalas, su gestión, su mejor conformación; y por supuesto, los muy variados destinos de esas aguas?

Habiendo millones de hectáreas de áreas endorreicas, dedicarse alguna vez a estudiar con originalidad esta cuestión, es clarísima utopía. Y la más misteriosa. Porque ha logrado estar oculta entre nosotros, sin ver nada en absoluto de su luz, durante un siglo. El conocimiento que puede brotar de esta sola cuestión, irrigará las demás áreas con mucho mayor consideración.

La economía que deviene de más actualizados y criteriosos tratamientos de lo mismo que en la mayor parte del planeta sería considerado riqueza, no han sido en nuestra provincia todavía vislumbrados.

El desarrollo bien podría empezar por el agua. La que tenemos. La que todo lo que toca transforma en riqueza. O pobreza evidente cuando por décadas esquivamos consideración.

Hay mucha gente valiosa que sostiene con su vocación, aun aislada, estos criterios.

Estimado Felipe, disponga Ud. cuando quiera, alguna función más creativa en los temas del agua; que hay suficientes vocaciones afines; a la intemperie, esperando.
Con simpatía hacia su persona

Francisco Javier de Eitzaga Amorrortu

De las múltiples insustentabilidades técnicas, legales y administrativas de la A.d.A. y de la Dirección de Hidráulica

Aquí priman dos circunstancias radicales. La primera tiene que ver con la determinación de la línea de ribera de creciente media ordinaria con recurrencia T=5 años, cuya reglamentación aún aguarda ser considerada, habiendo la cautela política dado pruebas de estar superalterada.

Y la segunda, aun más importante en términos ya no políticos sino legales, reside en el hecho que de los más de 10.000 kilómetros de canalizaciones secundarias que propone el plan maestro, la mayoría de los cuales no reconoce cauces naturales.

La vastísima extensión de áreas endorreicas que alcanzan a cubrir unas 2.500.000 ha, tantas veces sumergidas en anegamientos prolongados, reconocen lentos escurrimientos superficiales que no dejan huella suficiente a la catalogación de cauce y de ribera natural en donde comenzar a dirimir las famosas demarcaciones; que tanto litigio habrán de traer.

Este tema, a pesar de formidable, es tan etéreo que hasta el propio Dr. Cano eludió su consideración.

No obstante, caben elementales consideraciones socioeconómicas.

Si consideramos que cuando estos 4.000 productores con un promedio de 600 hectáreas ven sus 2.500.000 sumergidas, al mismo tiempo suelen entrar, favorecidos por esos ciclos de extendida humedad, otros 10 millones de hectáreas en producción;

advertimos que el costo de esos 3600 millones de dólares prometidos del Plan Maestro, representaría una indemnización, subsidio o como quieran llamarla, de 900.000 dólares por cada unidad de 600 hectáreas.

Un poco cara parece la propuesta. Y aun más cara si se lograra estimar qué daño le hacen al conjunto de los suelos provinciales eliminando de sus reservas temporales esa inmensa masa de agua dulce que hoy insisten en alcanzar al océano.

Los mismos proyectistas rusos que proponen el canal aliviador que correría al Sur del Salado, advierten la inconveniencia de sacar el agua de las áreas endorreicas. El plan maestro propone sacarla en dos meses.

Cuando haya que indemnizar, subsidiar, o lo que parezca oportuno para paliar las sequías, ¿habrá dinero para hacer llover?

No alcanza el suelo de la Provincia como formidable reservorio natural y extraordinaria extensión, para frenar la insistencia con que algunos persiguen dar fluyente aptitud hidráulica a las hondonadas.

No han logrado en cuarenta años mejorar un poquito siquiera la capacidad de control que se pudiera ejercer sobre los sistemas de drenajes existentes. Toda su lucha pareciera fue, dibujar un sueño.

Mi conciencia de su incapacidad viene de tantos años que me regalaron persiguiéndolos en temas demasiado elementales. ¿Cómo imaginar un salto calificativo, de tanta ineptitud administrativa por décadas?
¿Cómo sostener su sustentabilidad?

Si son los mismos que denuncio por haber invitado a millares de familias de holgados recursos a instalar sus sueños en los fondos de los valles de inundación.

Favoreciendo a mercaderes que lloran y muerden más que los cocodrilos; perjudicando a todos los demás mortales, incluídos sus mejores clientes y al propio bolsillo de nuestro Padre Común.

Si todas nuestras obras, grandes y pequeñas, fueran realizadas paso a paso, como nos lo enseña la Naturaleza; y en ese andar diéramos prueba de honestidad y perseverancia, amén de capacidad administrativa, ¿qué problemas podríamos tener de generar diez planes maestros?

Lo que falla aquí, como en tantos mil aspectos del plan maestro, es su más que incierta sustentabilidad.

Ese enlace elemental y fundamental entre lo humano, lo exacto y lo divino, no es fruto de haber perseguido un objetivo maravilloso; sino de habernos comportado cada día, dejando mínimas y diarias huellas de confianza para estas inmensas redes asociativas que acercan y facilitan todo progreso.

Francisco Javier de Amorrortu, 9/9/04

 

De cómo terminó de zanjarse después de 10 años la cuestión de los escurrimientos contra Natura de las 2.5 millones de Has. de áreas endorreicas

Textos de mis presentaciones en la Secretaría de Demandas Originarias de la Suprema Corte de la provincia: causas I 69518, 69519 y 69520.

Respétese el carácter indivisible de las unidades ambientales de gestión, tal el caso de estas áreas endorreicas que colisiona con el Art. 28 de la Constitución Provincial; con el Art. 39 de la Ley 11.723; y con los Art. 2° y 3° de la ley 25.688 de presupuestos mínimos sobre Régimen Ambiental de Aguas. Sancionada: 28/11/02 y publicada en el B.O. 03/01/03;

ARTICULO 3° de la Ley 25.688/02 de presupuestos mínimos sobre Régimen Ambiental de Aguas:

"Las cuencas hídricas como unidad ambiental de gestión del recurso se consideran indivisibles".

El ARTICULO 2°  nos señala: A los efectos de la presente ley se entenderá:

Por agua, aquélla que forma parte del conjunto de los cursos y cuerpos de aguas naturales o artificiales, superficiales y subterráneas, así como a las contenidas en los acuíferos, ríos subterráneos y las atmosféricas.

Por cuenca hídrica superficial, a la región geográfica delimitada por las divisorias de aguas que discurren hacia el mar a través de una red de cauces secundarios que convergen en un cauce principal único y las endorreicas.

Identificando a las áreas endorreicas como unidades de gestión.

Por fin, el Anexo, Par 2, de la Res 705/07 del Ministerio de Infraestructura:

Quedan exceptuadas de la aplicación de la presente norma las mensuras que involucren vertientes que nacen y mueren en una misma heredad (Art. 2.350 del C.C.) , como así también las aguas pluviales que se pudieran estancar y aun correr sin formar cauce, en uno o mas predios, ya que éstas últimas revisten el carácter de privadas (Art. 2.635 del C.C.).

Con estos enunciados terminaron los sueños de estos inconcientes "maestros" de pretender escurrir las 2.5 millones de Has. de áreas endorreicas.

Francisco Javier de Amorrortu, Julio del 2008