index . . viejo index . . DIPSyOH . . Codigo . . LRurbana . . LRnavegable . . LRrural . . 7 Fiscalia de Estado . . 8 Dir Geodesia . . 9 Autoridad del Agua . . 10 MIVSPBA . . 11 Gobernador . . 12 notas de aprecio . . 13 balance jornadas . . 14 Merbilhaa . . 15 Glosario Dr. Cano . . 16 Regimen dominial . . 17 Proced. Cano . . 18 CA 10662 Sol de Matheu . . 19 traslado Fiscalia . . 20 respetos legales . . 21 escenario anegamientos . . 22 APC Mateo . . 23 audio Asamblea APC . . 24 calle Oliden . . 25 Cartas Doc MIVSPBA . . 26 Amparo Sol de Matheu . . 27 Apelacion . . 28 Fallo . . 29 CD AdA . . 30 CD Pilar . . 31 DIA Ayres . . 32 . 33 . 34 . 35 . 36 . CDoc Valdi . . 37 aclaratoria . . 38 . 39 . queja en SCJN . . 40 . 41 carta Doc Alvarez Rodr . . 42 Arts. 2340 y 2577 del C.C . . 43 Art 18 Ley 12257 . . 44 impugn Art 18 Ley 12.257 . . 45 impugn art 18 Dec 3.511 . . 46 impugn Art 18 Res 705 . . 47 nutrientes jurisprud . . 48 1 amplia declaratoria . . 49 anteced dominial . . 50 2 amplia declaratoria . . 51 . 52 . responde al AGG . . 53 Hidrologia . . 54 problemas riberenos . . 55 acaso . . 56 propuesta . . 57 admision B67491 . . 58 B67491(a) . . 59 B67491(b) . . 60 B67491 (d) . . 61 parentescos . . 62 plan maestro . . 63 nucleo urbano . . 64 . art59 . . 65 . 66 . 67 . hidrolinea . . 68 . Ley particular . . 69 Politica del agua . . 70 . observaciones . .
Al espíritu del Dr. Guillermo J. Cano Al espíritu del Ing. Valdés Al espíritu de mi amigo Agr. Guillermo Fenoglio A mis Musas Estela y Alflora, de quienes recibo cada día el ánimo que me guía Conozco a esta dirección provincial desde el año 1983 y ya desde entonces trascendían los lamentos de su pobreza presupuestaria. Pobreza que nunca me dió por analizar; pero sentí cómo me alcanzaba su expresión espontánea y así me cupo verificarla. Fue en esos años que tuve oportunidad de conocer al entonces director Amicarelli. Fue un encuentro de segundos en donde él dispuso una medida admisnistrativa sin demoras. Me pareció un hombre correcto. Pasaron los años y nunca más lo volví a encontrar personalmente. Su presencia, sin embargo, fue constante en todas las tramitaciones que durante un cuarto de siglo siguieron. En 1996 presenté mi primer reclamo por expediente 2400-1904/96 al Ministro de Obras Públicas, denunciando a esta dirección, enterado de que se proponían autorizar un asentamiento cercano a mi domicilio, en una pequeña parcela rural de 18,5 Ha., lindante al arroyo Pinazo y muy cercana al Burgueño, que había conocido anegamientos de casi 3 m de altura. Acompañé la presentación con 19 fotografías de la lluvia del 6/11/96, que había correspondido a una recurrencia de 25 años, mostrando a ese predio bajo 2 m de agua. No sólo desapareció el expediente durante dos años, sino que incluso sus fotografías fueron robadas en dos oportunidades. A partir de aquí, mi disposición a seguir los pasos de estas denuncias y las que siguieron, no mostraron interrupción. Como las denuncias siempre iban dirigidas al ministro de turno, nunca tuve oportunidad de ser atendido por funcionarios de la Dirección de Hidráulica, que desaparecían espantados de sólo escuchar mi nombre. En un par de oportunidades tuve sin embargo, encuentros inesperados, por teléfono y personales con la Ing. Cristina Alonso y fueron muy emotivos para ambos. En los últimos años tuvimos oportunidad de encontrarnos circunstancialmente en la Corte y en los despachos de la AdA y saludarnos brevemente. Pero nunca pudimos desarrollar tarea crítica alguna, pues sus obligaciones se complicaban demasiado con mis planteos legales y técnicos. Y por otra parte, ella aparecía siempre cargada de trabajo y atendiendo sus usos y costumbres que no habrían de cambiar hasta la fecha de su retiro hace unos pocos meses. Sin embargo, debo reconocer el dolor con que un día me confiesa no ser más que un mosquito en estos entuertos. Dicho esto, en un contexto de sentido aprecio mutuo. Con su compañero en el área de límites y restricciones el Ing. Italo José Licursi, tuve oportunidad de expresarme, pero no de escucharlo, porque él se cuidaba muy bien de decir nada. De quien debo expresar mi más cálido aprecio, es del Ing. Valdés. Decano de los ingenieros hidráulicos de la Provincia. Este Hombre recientemente fallecido me regaló en dos oportunidades, conversaciones, muy serias y sentidas que sumaron extraordinarias 13 horas; irradiando sentimientos de preocupación, de nostalgia, cálidos y profundos. Por su experiencia había sido solicitado al servicio del Fiscal de Estado. Y fue en oportunidad de girar el Fiscal Szelagowski a esta oficina técnica mi expediente 5100-15940, que alcancé a conocerlo. Él fue el Hombre que movió a sus pares a confesar el bruto error en el cálculo hidrológico del barrio Los Sauces. Error que advirtió de inmediato al ver las imágenes que le alcanzaba el expediente de Fiscalía de Estado. Pero también Él fue el Hombre que me hizo sentir la importancia que tuvo y que tiene esta Dirección en infinidad de situaciones donde la hidrología y la hidráulica, a través de ingenieros hidráulicos, junto a hidrólogos y meteorólogos, aportarían riqueza preventiva y acción. Lamentablemente, no sólo la pobreza los marcó fuerte en lenta desilusión y disolución; sino que la contrastante ensoñación del código de aguas en gestación, los terminó por hacer perder el equilibrio natural, que la pobreza y la nobleza humana mejor conservada en pobreza, siempre otorgan. La gestación de este documento sin duda responde a un espíritu soñador que se adelantó a sus realidades administrativas en no menos de cien años. Tan desopilante despegue de las realidades administrativas dables y visibles, me movieron, antes de que se diera el cambio de gobierno en el 99, a redactar un furibundo informe sobre este código de reciente aparición. Por supuesto, no buscaba su presentación, sino liberación de entripado. Había necesitado despacharme, escribiendo de un plumazo el fastido tremendo que sentía de ver materializado semejante marco regulatorio en un ámbito de realidades que distaban años luz de lograr ser atendidas con sinceridad alguna. No hablemos de eficiencia; sino de sinceridad para reconocer todos los abismos de pretensiones y olvidos, y exageraciones que resultaban indigeribles para quien había estado años sintiendo las dificultades administrativas de esa Dirección. Pasaron un par de meses y por casualidad encuentro a mi amiga mercedina la Ing. Hidráulica Susana Márquez, a quien hacía años no veía. No encontré mejor idea que entregarle una copia de esos papeles donde había liberado mi entripado; que sólo ese roll habían jugado. Nunca la llamé para preguntarle si lo había leído, porque de hecho me habría avergonzado de esa ocurrencia de entregarle a una ingeniera que había estudiado en Holanda, semejante documento. Cambian a fines del 99 las autoridades y el Vicegobernador Solá le pide a su mano derecha en Agricultura, el Ing Pablo Urdapilleta a cargo hoy de la Subsecretaría de Recursos Naturales, un informe crítico del nuevo código de aguas que se había aprobado a espaldas de la Sec. de Agricultura de Nación, provocando naturales recelos. Pablo Urdapilleta traslada a su vez esta solicitud a su delegada en Agricultura, a cargo del seguimiento de los conflictos de la laguna La Picasa, la Ing. Susana Márquez; y esta recuerda entonces mis papeles y se dispone a leerlos. Le causó mucha gracia la fuerza de las tripas con que estaban escritos; y seguramente como no era de su pluma y cabía confianza con Urdapilleta, se lo envía diciéndole que ella no lograría mejorar esa expresión de ánimo y que le parecía no sólo sincero, sino atinado. A los pocos días me llama la secretaria de Urdapilleta para invitarme a su despacho, anticipándome la solicitud que éste me haría, para que autorizara su entrega al Gobernador. Casi me muero. Lo que siguió me prueba que el Gobernador miró ese entripado y quedó inspirado. Ver en el siguiente html este informe. Y lo que siguió en más, atendiendo hoy a la perspectiva que dan los años, fue una extraordinaria desestructuración en todos los sectores que tienen que ver con agua. Desestructuración nuclear puntualmente cantada en ese panfleto. No sólo se trasladaban de aquí para allá, planteles que en total superaban las dos mil personas, en nuevos organismos que así como nacían, o bien desaparecían o quedaban congelados; sino que en adición se privatizaban servicios, se creaban entes de control, se multiplicaban áreas gerenciales que habiendo previsto quedarían en manos de unos, luego quedaban fraccionadas; y así como se daban poderes, luego se quitaban. Mientras tanto, entre tantas movidas, se verificaban urgencias hidráulicas en la pampa deprimida y se anunciaba un decreto que pondría con urgencia, bajo auditoría y paños fríos, a cientos de obranzas clandestinas. Este decreto al menos a mi me sirvió para seguir comprobando cuánta buena voluntad, cuánta improvisación y cuánta fragilidad tenían estas administraciones, estas áreas rurales, estos criterios hidrológicos con los yerros preanunciados del Art. 18 y las ausencias de hidrología apropiada a los compromisos que se enhebraban en tan delicadas áreas; los usos y costumbres de las delegaciones hidráulicas favoreciendo por simpatías a unos y dejando en el olvido a otros; las certezas hidrológicas e hidráulicas con que los comités de cuenca y los intendentes locales, sin ningún estudio serio en mano, otros que no fueran los proyectos de obranzas, intentaban convencer a unos que presionaban y a otros que naufragaban; en el sin fin de realidades que ya a nadie sorprenden en Argentina. La única gran novedad que potenciaba todo el descalabro en estos tiempos y materias hidráulicas, respecto del nuevo país con el antiguo, era el imperial y mamotrético código de aguas, que a unos tenía por las nubes soñando trascendencias imposibles, y a otros mantenía alelados. Por supuesto, la mayoría pertenecía a este último grupo, que se mostraba como se muestra un desestructurado. Paralelamente a estos desencuentros anímicos generalizados, se verificaba desde su antigua soñada torre en el ORAB, el traslado de Amicarelli a Nación, desde donde patrocinaría por intermedio de un grupo de allegados en Hidráulica Provincial, presiones para que apuraran los dispositivos de puesta en marcha del plan maestro; sin ahorrarse enfrentamientos con otros que ya no le querían y estaban al parecer en condiciones de expresar con tibieza algunas diferencias. La desestructuración así seguía marchando viento en popa. Cambiaban las autoridades; los planteles técnicos quedaban malheridos. Algunos subían, otros desaparecían. Y nada de esto respondía a una tarea de reorganización armoniosa, sino a manotazos de ahogado. Saldo inevitable y paradojal de los sueños ajenados de toda realidad, de todo consenso, ni máximo ni mínimo, y del paso a paso con que se construye cualquier realidad. Menos mal que seguía la pobreza; y en esta situación, las presiones y las prisas eran contenidas por la realidad de las mil complicaciones que le tocarían vivir al país. Visto en perspectiva, resulta inevitable estimar valioso este terremoto; entre ilusiones enormes y desilusiones comparables; para sacudir la modorra, la tristeza y el agotamiento de un área que había envejecido sin encontrar durante décadas, ninguna salida administrativa creativa, otra que ponerse algunos pocos, a delirar con un imperio ideal, mientras con caricias laxas dejaban boyando a la deriva infinidad de pequeña tarea administrativa. La tristeza que campeaba y que aun hoy se visualiza, dejó sin embargo a salvo, al grupo que había encontrado traslado a Nación; un grupo solidario con Amicarelli, que le acompaña bien y que sin duda creen en el plan maestro y en el código, por más que aparezca este, después de 9 años perfectamente irreglamentable; no ponen en duda su vocación y comparten similares laxitudes administrativas. Sobrado mérito tiene esta actitud; aunque no esté de acuerdo con sus sueños y mucho menos con su articulación.
Al final del camino nos volvemos a encontrar. Como si nada hubiera pasado. Pero de hecho, las dificultades son cada vez mayores y los errores también. En adición, mucho más visibles. Y audibles. Valoro el tesón de Amicarelli y sus compañeros; pero también valoro el mío. Tal vez de esa energía adicional y nunca imaginada, surja algo. Por de pronto es más fácil valorar al otro. Hace tiempo que venimos juntos y hasta hemos tenido oportunidad de reconocer que tenemos algo en común: tozudez. E incluyo un amigo. Todos vemos con más claridad los términos que nos enfrentan. Espero que la competencia ligada de los jueces contenciosos administrativos saque provecho de estas energías y ayude a estructurar criterios y comportamientos sobre los que construir la nueva realidad que nos espera. Inevitable merced de una comunicación cada vez más extendida, y directa. Me alegra que a la Dirección Mejoramientos y Usos le hayan sacado la primera palabra. Las bañaderas sólo son útiles a los suicidas y a los que no les importa mandar el agua a sus vecinos. Todavía hoy, a pesar que el Juez Servín de S.I. y el Decreto 37/03 del Gobernador (Bol.Of. 24900), les recitara responso, siguen levantando terraplenes dentro de las franjas de preservación. Tengo bien claro, que frente a los despliegues permanentes de los lobbies que juegan irresponsables transferencias nada gratuitas de riquezas, mi tarea, como decía mi querida amiga Cristina Alonso, es la de un simple mosquito. Pero de Uds. depende, estimados ingenieros hidráulicos, que den la imprescindible entrada a hidrólogos y meteorólogos para cultivar con mucha más sinceridad estos matices que nos diferencian; y así de a poco, acompañados por obligados testimonios vecinales, acerquemos sinceridad a sus modelaciones; y acerquemos esta cultura a los municipios; que son en definitiva los únicos que desarrollarán en poco tiempo, si Uds. se ponen serios a trabajar, las transformaciones necesarias para no seguir macaneando con las famosas limpiezas de lecho con que hoy se pedalean los problemas hidráulicos de solución imposible. Un océano no entra en un vaso de agua. Asimismo, amén de los estudios hidrológicos puntuales, exijan informes ambientales de las planicies de inundación y de los valles de inundación, que los eximan de coparticipar en esos locos sueños. Asimismo, miren un poquito, por favor, las riberas deltarias. Terminen de darse cuenta cómo salen los tributarios al estuario. Manden a quien corresponda analizar y resolver la disociación molecular que enfrenta al Luján con el Aliviador del Reconquista y reorienten su salida. Destapen la salida del Miní. Reorienten el San Antonio para que las brutas hidrotermias del rincón de San Isidro se muevan con otra energía. Estudien la salida original del Riachuelo y propongan algo creativo y estúdienlo. Miren los flujos. Porque de lo contrario, no van a alcanzar 10 Bancos Mundiales para reencauzar tantos desencuentros y tantas protestas y tantos muertos. Las líneas de ribera no sólo cuentan para los mortales que se abalanzan sobre ellas; sino para los flujos que necesitan recuperar naturalidad; y ya no para navegar por ellos, sino para dispersar nuestras contaminaciones, que sin dispersión, son poluciones. Mientras permanezcan vuestras almas estancadas y sus suelos embarrados, habrá mosquitos. Francisco Javier de Amorrortu contacto: santiago@amoralhuerto.com.ar
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